Un segundo que quiere acabar siendo primero
Juli ha iniciado en el Alcoyano su transición de futbolista a técnico y en el futuro su intención es probar como primer entrenador
Los nubarrones que acompañaron el regreso de Juli al Alcoyano escamparon hace ya unas semanas aunque aún le perdura el dolor cuando recuerda el mal trago que pasó durante unos días, que en el futuro quedará como una simple anécdota, una más de la vieja rivalidad entre Deportivo y Ontinyent, pero que le tuvo varias noches sin dormir y al borde de un ataque de nervios porque en ningún momento quiso provocar aquel conflicto, apagado con el compromiso del Alcoyano de disputar un amistoso en El Clariano en la próxima pretemporada.
Además, el ex 7 pudo reconciliarse con la que era su afición hasta hace unas semanas haciendo el saque de honor en el partido que los del exblanquiazul Roberto Bas disputaron el pasado domingo frente al Torrellano. Un acto, en el que indirectamente quedaban resumidos veintidós años de carrera futbolista, con aquel debut en la temporada 2000/01 en Pobla Llarga, partido que iba 0-0 y que Juli revolucionó con su entrada al campo, dando dos pases de gol para acabar ganando ese día 0-3.
Una tarjeta de presentación que le ha acompañado durante más de dos décadas, siendo de los pocos futbolistas que han podido saborear tres categorías distintas –Segunda División, Segunda B y Tercera División– y ver nacer otras tres –Primera Federación, Tercera Federación y Lliga À Punt Comunitat–. Solo le faltó jugar en Primera División –disputó la Primera griega– pese a vivir dos ascensos con el Rayo Vallecano y Alavés.
En esta nueva etapa profesional como entrenador –ha comenzado como segundo de Vicente Parras– confiesa que es “todo un privilegio” poderla haber iniciado al lado de casa y en el club en el que empezó todo: “Voy asimilando conceptos, quizás yo lo he tenido más fácil porque no me he visto obligado a colgar las botas por una lesión, ni tampoco he cambiado de profesión. Sigo en el verde, pero en otra faceta del fútbol. Si hubiera tenido que buscarme otro trabajo seguramente el golpe habría sido muy duro, después de tantos años como jugador”, explica.
Ha sido una espera de algo más de un año tras salir del Alcoyano hasta encontrar ese destino que verdaderamente se ajustaba a sus pensamientos: “No he parado de formarme, el año pasado creé mi propia Academia y este verano estuve en Estados Unidos. La posibilidad de venirme al Alcoyano era el escenario ideal, representaba empezar en un club que tiene un gran significado para mí, con un entrenador al que conozco y en un vestuario en el que he caído de pie desde el primer día. Soy uno más de ellos, los viernes el míster aún me deja que haga un rondo y eso hace que me vean como alguien cercano”, desvela.
El ex 7 aprecia el cambio de vida y lo que significa ver el fútbol desde otra perspectiva. “La vida de entrenador no tiene nada que ver con la de un futbolista. Antes acababa el entrenamiento y empezaba un nuevo día. Ahora te vas a casa y sigues pensando en el equipo. Llegas con unas tareas que debes cumplir. Las tardes las ocupo viendo partidos. Hay muchas noches que tras cenar con la familia me pongo otra vez delante del ordenador. A veces estoy hasta las 2 de la madrugada sin darme cuenta que me tengo que acostar porque al día siguiente tengo que levantarme temprano para estar a las 9 en el Collao y comenzar a preparar con el míster el entrenamiento de ese día”, repasa.
Reconoce que “me llena mucho” todo lo que está haciendo, como también el hecho de haber empezado junto a un técnico de la cercanía de Vicente Parras. “Es un entrenador que dialoga y delega mucho. Hace que te sientas muy cómodo a su lado. Vive las 24 horas del día para su profesión. Hago un poco lo que ya ejercía como jugador, que hacía de “poli” bueno, porque el entrenador no puede ser amigos de los futbolistas. Trato de hablar con ellos, ellos me escuchan y hace que haya una conexión entre vestuario y cuerpo técnico. Estoy muy ilusionado con esta nueva etapa. Reconozco que aún estoy en ese periodo de aprendizaje de las cosas, enseñándome a editar vídeos, pero las ganas son tremendas. Parras me ha asignado la estrategia a balón parado”.
Sin embargo, el Alcoyano no termina de arrancar, se le resiste la victoria y el equipo no acaba de dar la verdadera medida de sus posibilidades. “El equipo está tocado porque todo lo que trabaja no se ve plasmado luego en los partidos. Falta una victoria, con un triunfo las cosas se verían de otra manera y a partir de ese momento se liberaría y estamos convencidos que tiraría hacia arriba. Hemos mejorado a nivel defensivo, pero los partidos se ganan en el área contraria y ahí todos debemos de dar más, empezando por mí. El equipo se debe creer que puede mejorar”, explica Juli, quien reconoce que en el futuro quiere probarse como primer entrenador.