Parte de la historia del fútbol local

Con el cierre de la delegación de la FFCV, se jubila Vicente Torregrosa, durante 33 años empleado federativo

Cerca de cumplir las cinco décadas de vida –restaban dos años–, la delegación de fútbol de la FFCV echaba el cierre a mediados de agosto, en el más absoluto de los silencios ante la sorpresa de muchos, cuando su sede de la calle Mossén Vicedo Albors, la última de las cuatro que tuvo en casi 50 años, además adquirida en propiedad, fue durante mucho tiempo uno de los motores principales del deporte de nuestra ciudad por lo mucho que se generaba en sus despachos, no solo porque desde allí se tomaban todas las decisiones relacionadas con las ligas de fútbol, fútbol sala y fútbol 7 de veteranos, las tres más importantes a nivel local, sino se atendía al fútbol federado de estas comarcas, además del colectivo de árbitros de fútbol y fútbol sala.

Todo un “imperio”, cierto es que en progresivo declive en los últimos tiempos, que de forma definitiva ha dejado caer Valencia, que solo mantiene las delegaciones de las tres capitales de provincia, más las de Gandía, Benidorm y Elche, cerrándose de la noche a la mañana, las de Elda, Vega Baja, La Ribera, Vall d’Uixó y la nuestra, la de Alcoy, fundada a mediados de la década de los 70.

No por sorpresiva era una decisión esperada, que muchos empezaban a intuir, teniendo en cuenta las últimas maniobras de Valencia, primero dejando sin nombrar al delegado –el último fue Mario Santacreu, que cesó en 2019– y después de poner alfombra roja a la marcha, primero del fútbol sala, y más recientemente al fútbol local y el fútbol 7 de veteranos, precisamente las competiciones que por el elevado número de licencias que manejaban sostuvieron la delegación durante décadas.

La gota que ha terminado por colmar el vaso ha sido la progresiva informatización de toda la gestión del fútbol regional, dejando poca capacidad de respuesta a los empleados de las delegaciones, cada vez más atados de pies y manos y alejados de esa política de ventanilla a la que estaban acostumbrados los clubes ante cualquier problema. “Se veía venir”, confiesa, “pero no es lo mismo una atención personalizada, que un programa informático. La informática está bien, pero luego hay que dar respuesta y tomar muchas decisiones”, explica Vicente Torregrosa, durante muchos años, décadas se podría decir, la cara amable de la delegación, el empleado, en este caso, al cual acudía el directivo de turno, el jugador o hasta un padre para hacer alguna consulta. “Me acuerdo que el secretario de la Federación, Emilio Zamora, ya fallecido, me decía que siempre había que dar una respuesta, aunque no la supieras, que estábamos para dar un servicio”, confiesa.

No solo tenía que hacer labor muchas veces de psicólogo, por los problemas tan mundanos que se le llegaban a plantear, incluso hasta personales, sino de dar cuenta a sus superiores, desde los delegados –empezó con Fernando de Mora, luego estuvo con Manuel Moreno Cabanes y el último fue Mario Santacreu–, hasta los presidentes de la Federación, Vicente Muñoz con el que más años le tocó convivir y el actual, Salvador Gomar, que estuvo en la firma de su finiquito después de 33 como empleado federativo. “Todo un detalle por su parte”.

A ese carácter afable, siempre correcto, por momentos hasta paternalista, hay que sumar su capacidad de negociación. Participó en la elección de Villar como presidente de la Federación Española y luego lo trajo de visita a nuestra ciudad. Recuperó el fútbol en las 24 Horas y la celebración del Trofeo Relámpago, después de muchos años sin celebrarse. También consiguió alargar la vida del Trofeo Fira de Tots Sants. Participó en las negociaciones de la integración de la liga local de fútbol sala en la Federación y medió en algún que otro conflicto entre el Ayuntamiento y la delegación.

Fue esa capacidad para tender puentes la que llevó a Vicente Torregrosa a convertirse en una figura muy conocida y hasta indispensable del fútbol y fútbol sala local. Una relación que comenzó en la década de los ochenta, de manera reivindicativa, con la movilización que hubo por el rechazo por una parte del fútbol a que se creara una liga de fútbol sala en la que se permitiera jugar a partir de 18 años. Fue el segundo presidente de la liga de fútbol sala tras JJ Soriano, cargo que desempeñó durante ocho años, llegando a liderar la negativa de jugar en las instalaciones locales y hacerlo en el colegio La Salle por cuestiones de dinero.

Vicente Torregrosa fue un gran defensor –”hasta dónde me dejaron”, reconoce– de la independencia del fútbol local frente al poder recaudador de Valencia, poco sensible con una liga centenaria y un campeonato sin precedentes dentro de la Comunidad Valenciana. “Chocábamos a menudo, desde Valencia siempre nos decían que “los de Alcoy siempre estáis igual”, porque teníamos un reglamento interno. Yo siempre le contestaba lo mismo a Vicente Muñoz, que era el presidente, “cualquier día los clubes te piden jugar con un balón cuadrado”. Al menos lo de los cambios libres, la Federación lo ha adaptado a su reglamento en el fútbol base. Había momentos en los que llegaba a manejar tres reglamentos a la vez: el del fútbol local, el de la Valenciana y el de la Española”, indica.

El principio del fin empezó con la marcha del fútbol sala y la creación de su propia liga. Vicente Torregrosa participó en aquellas negociaciones. “Llegamos hasta donde pudimos. Al menos el fútbol se benefició de pagar menos dinero, que fue lo que se ofreció al fútbol sala, pero al final no quiso quedarse”. Más le dolió la marcha pocos años después del fútbol y del fútbol 7 de veteranos. “Me decepcionó que no nos dejaran negociar, vino un intermediario, me entregó una carta, que luego la trasladé a Valencia y apenas hicieron caso. Todos esos clubes con 25, 50 o más de 75 años de historia, han desaparecido para la Federación desde entonces. En su Gala anual, todos los años había un club o más de Alcoy que recibía el reconocimiento por su historia. Para mí era un orgullo, ahora eso se ha terminado”, dice con cierta nostalgia.

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