Els Dimonis de la Quarantamaula celebran su 25 aniversario

Desde que comenzó su andadura, la Colla ha realizado correfocs en numerosas localidades, entre ellas, Banyeres

Els Dimonis de la Quarantamaula celebren su 25 aniversario
Un dimoni con una estructura de fuego a cuestas.

La Colla de Dimonis de la Quarantamaula está de celebración porque este año cumple su 25 aniversario. El 7 de marzo de 1998 se creó la comisión que dio los primeros pasos para fundar una asociación que nació con medio centenar de socios y por la que han pasado hasta ahora un total de 165 personas de las que 13 han sido presidentes o presidentas.

El 22 de abril de 1998 se realizó el trámite de inscripción en el Registro Autonómico, día “oficial” del aniversario y desde entonces comenzó una andadura que les ha llevado a ofrecer correfocs por lugares como La Romana, Murla, el Ràfol d’Almúnia, Villena, Alpera, la Torre de les Maçanes, Xeraco, Ibiza, Santander, Campan, Olot, Albacete y, por supuesto, Banyeres, entre otros muchas hasta completar más de sesenta.

La organización y realización de “correfocs”, que es el propósito último de la colla, es una manifestación cultural muy típica de la Comunitat Valenciana. El correfoc es un evento festivo y tradicional en el que los participantes, conocidos como “dimonis”, desfilan por las calles provistos de antorchas encendidas lanzando fuegos artificiales y pirotecnia.

Esta celebración tiene sus raíces en antiguas tradiciones medievales y se dice incluso que está asociada a festividades religiosas. Es habitual que se lleve a cabo durante la noche, creando un espectáculo visual cargado de un ambiente mágico y enérgico que atrae tanto a los habitantes como a visitantes. De hecho muchos coinciden en que la “nit del correfoc” que se celebra en Banyeres y que suele acontecer en el contexto de las fiestas de La Malena, es uno de los momentos del año en que mayor número de público se congrega en la calle.

De hecho la cita del correfoc es una de las más esperadas. El espectáculo pirotécnico realiza un itinerario por distintas calles hasta culminar con una apoteosis final, todo ello amenizado con la música que imprimen los tambores y las dulzainas entremezclada con el sonido de los petardos, la luz de las bengalas y el olor a pólvora, elementos todos con gran capacidad para unir a la comunidad y preservar sus tradiciones culturales.

Grandes y pequeños caracterizados como dimonis forman la Quarantamaula. A pie o dominando la escena desde elevados zancos avanzan provistos de tridentes de los que emanan chispas con los que azuzan al público. De este, los más atrevidos, ataviados con ropa adecuada para la ocasión, se unen al desfile bailando entre un mar de centellas.

A ello hay que asociar el encendido de distintas estructuras, dimonis provistos de mochilas pirotécnicas e incluso algunos que avanzan sobre bicicletas. El dragón de fuego, que recuerda a los dragones orientales, es otro de sus elementos peculiares. También lo es “Maulo” el gran dimoni, símbolo de la Quarantamaula, con más de 4 metros de altura.

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