El centenario feliz de Pablo Carbonell

El capitán blanquiazul es un raro ejemplo del fútbol actual, tras sacrificar en su momento cobrar más y jugar en superior categoría con el fin de volver a casa

En un fútbol tan mercantilizado como el actual, en el que cuesta echar raíces y los jugadores son más mercancía que otra cosa, en manos de los intermediarios, a quienes les interesa mover a sus representados, cuesta ver ejemplos como los de Pablo Carbonell, quien en su momento sacrificó ganar más dinero y jugar en categorías superiores a cambio de volver a casa.

Ese futbolista agradecido con el club en el que se formó y del era un fiel seguidor cuando era pequeño, que tomó una decisión con ciertos riesgos, entraba hace poco en el exclusivo club de los 100 partidos con el Alcoyano y es quien está luciendo en sus últimos compromisos el brazalete de capitán. Todo un “orgullo” y un “sueño cumplido”, no solo por haber conseguido debutar en el club de sus amores, “sino de consolidarte, sentirte importante y por haber vivido todos estos años cosas tan bonitas e intensas, como los ascensos a Segunda B y Primera RFEF o las eliminatorias de Copa del Rey”, explica.

Están a punto de cumplirse los diez años de aquel debut de Paterna en un Valencia B-Alcoyano. Fue David Porras quien le dio aquellos primeros minutos como blanquiazul. En la temporada siguiente fue cedido al Muro, que por entonces estaba en Tercera División, siendo uno de los jugadores que más minutos disputó. Regresó en verano, con Óscar Cano en el banquillo, quien intentó deshacerse de él en invierno, pero apostó por seguir y la llegada de Palop supuso un impulso a su carrera.

Como Sub’23, optó por fichar en el filial del Alavés, que a la siguiente temporada ascendió a Primera División y hubo un cambio de política en la cantera. Se marchó al Peralada, que entonces era filial del Girona, “con un equipo de Segunda B para jugar en Tercera”. Subieron de categoría y recuerda con mucho cariño su visita al Collao. Era uno de los capitanes del equipo y aquel día su técnico tuvo el detalle de entregarle la capitanía. Ganaron 0-2.

La etapa en el Peralada terminó al final de aquella temporada tras entrar el Manchester City a poner dinero en el Girona. Decidió acercarse a casa, tentado por la oferta del Ontinyent, que el año anterior con Parras en el banquillo habían estado cerca de meterse en el play-off. En el Clariano vivió la cara amarga de los impagos y la desaparición del club a mitad de temporada. En verano, con ofertas de Segunda B, se entrevista con Josele González quien le dice que en ese proyecto de llevar otra vez al Alcoyano de vuelta a la Segunda B, quiere que jugadores de Alcoy o formados en la cantera tengan un peso importante dentro de la nueva plantilla.

“La decisión al final la tomo yo, pero es cierto que costó, había que bajar una categoría y con 26 años tenía una proyección muy buena dentro de la Segunda B. Ahora, con perspectiva, puedo decir que tomé la decisión correcta y que estoy donde quiero estar, en casa, junto a los míos y con una afición que me quiere”, reconoce Pablo Carbonell, que ahora tiene 29 años.

No solo se sale de lo normal por ese arraigo a su tierra, también sus inquietudes le han llevado a formarse, a pensar más allá del fútbol con unos estudios que le permitan tener una salida cuando decida colgar las botas. Empezó Derecho y ADE (Administración y Dirección de Empresas), pero la dedicación que necesitaba para seguir jugando, le hizo desistir de la primera carrera y graduarse de la segunda, además de poseer un Máster en Dirección Financiera.

No descarta seguir estudiando, dice que tiene alguna idea de cara al futuro, pero reconoce que su cabeza está en el futbol y desvela que no le importaría seguir como entrenador o director deportivo. “No tengo ninguna titulación pero entre mis planes a corto o medio plazo está sacarme el carnet para poder entrenar”. Su pasión por el fútbol es tal, que no ve el momento para dejar de jugar y se pone como modelo a Juli, que con cuarenta años sigue al pie del cañón. “Sería mi ilusión pero esto del fútbol cambia de una temporada a otra”, admite.

Para empezar, termina contrato a final de temporada. Son cuatro años en esta segunda etapa en el club y desconoce que le deparará el futuro, aunque su prioridad está seguir en el Alcoyano. El club tiene nuevo propietario y agradece que con su llegada se hayan puesto en orden las cuentas. “Hemos llevado tres años muy difíciles. Estar sin cobrar varios meses te afecta, al fin y al cabo somos unos trabajadores del fútbol. Muchos piensan que somos unos privilegiados, pero nos hemos ganado ese derecho y después queremos tener lo que es nuestro como cualquier otro trabajador”, confiesa.

Reconoce que ha tenido que adaptarse. Pablo Carbonell era un extremo zurdo con mucha proyección ofensiva. El paso de los años y los distintos entrenadores que ha dirigido su carrera le han llevado a retrasar su posición, para ser actualmente un defensa, principalmente. “Siempre he sido un jugador de ataque, después he tenido que adaptarme, me costó bastante al principio y ahora soy mejor defensor. Si algún entrenador me dijera de tirar hacia adelante, los mecanismos los tengo, sería cuestión de reiniciar el chip”.

No desespera porque las victorias se resistan. Dice que “van a llegar”, lo importante para él es que el equipo vuelve a parecerse al de las cinco primeras jornadas. “Si de cabeza estamos bien, los resultados acabarán dándose”, resume para finalizar.

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