El CB Joventut: paradigma de club familiar

Unión Alcoyana

Cumple diez años desde su creación en plena etapa de renovación interna y con su equipo júnior en categoría autonómica, primer club local de baloncesto que lo consigue

Si hay una entidad local que podría considerarse el paradigma del club familiar ese es el CB Joventut. Para entenderlo mejor habría que retroceder a los orígenes, a hace ahora justo diez años, en 2013, cuando dos entusiastas del baloncesto, Juanjo Ferrer y Juanlu Bélmez, uno desde la parte técnica y el otro desde las relaciones personales, decidieron empezar de cero, con una decena de chavales, porque sus situaciones particulares también lo permitieron.

De aquel primer brote germinaron rápidamente muchas hojas. El boca a boca surtió efecto inmediato. Había que poner un nombre al nuevo club que se estaba gestando y la elección fue mirar hacia afuera, puesto que no había ningún arraigo que les atara con nadie, por lo que se acordó ponerle CB Joventut, porque si hay una entidad en nuestro país directamente vinculada con el baloncesto formativo, esa es la Penya, como popularmente se le conoce.

No solo era una manera global de definir la filosofía de la nueva entidad que acababa de ver la luz, también un espejo en el que poder mirarse y que sirviera de guía. Muchos niños y niñas que no terminaban de encontrar su espacio o que venían de una mala experiencia en otro deporte, empezaron a divertirse jugando con el balón en la mano y terminaron quedándose y ser parte activa del club.

Fue así como aquella “pequeña familia” empezó a crecer de abajo hacia arriba. De aquellos primeros niños y niñas que ni siquiera sabían botar un balón, se pasó a formar equipos que empezaron a competir en las ligas escolares de Jocs Esportius. Después se dio el salto a la competición federada. Primero con equipos infantiles, luego cadetes y más tarde júnior.

El mayor orgullo de aquellos chavales era ver que sin pertenecer a ningún colegio o club, se lograba plantar cara e incluso vencer a rivales con una estructura que triplicaba o cuatriplicaba a la suya, con unos recursos económicos a los que ellos nunca podrían acceder porque el único dinero que entraba en la entidad eran las modestas aportaciones de los padres y alguna que otra ayuda anónima, puesto que para ellos era una quimera acceder a subvenciones y la llegada de ciertos patrocinadores.

A base de constancia, implicación y orgullo fue como empezaron a llegar los primeros títulos y ascensos en las categorías inferiores. El más sonado. el conquistado la pasada temporada, cuando el equipo júnior, con una plantilla que venía sumando éxitos desde que empezó a jugar en Jocs Esportius, logró ascender a categoría autonómica, el primer escalón del baloncesto en nuestra Comunidad, donde están clubes como el Valencia o el Lucentum, por citar los más importantes, algo que ningún otro equipo alcoyano había conseguido hasta la fecha.

Una temporada que era ideal para disfrutar de algo único para la ciudad y hacerse notar en el mejor escaparate posible, lleva camino de terminar en pesadilla porque en el camino se quedó gran parte de la esencia de un club con unos valores únicos frente a rivales acostumbrados a realizar importantes desembolsos para conseguir sus objetivos.

La cuerda empezó a tensarse en pretemporada cuando un jugador recibió la oferta para marcharse al Lucentum. El club alicantino no desistió en su empeño y hace escasas semanas consiguió su propósito, lo que terminó de romper un grupo con algunas tensiones internas, culminada con la renuncia a seguir en el banquillo de Juanjo Ferrer.

Su marcha del club llega meses después de que Juanlu Bélmez, que ejercía como presidente, se tomara un tiempo por motivos de salud. Desde el verano pasado, el CB Joventut vive una etapa de “transición”, motivada por la llegada de una nueva junta directiva, formada por padres de jugadores, con un presidente que conoce a la perfección los entresijos de un vestuario y de un club deportivo, como profesional del fútbol que fue.

Muchos aficionados del Alcoyano recordarán a Eduardo Fitor, portero blanquiazul durante nueve temporadas y con 267 partidos oficiales, uno de los jugadores que más ha vestido su camiseta. Ha decidido dar un paso al frente ante el temor de que el club pudiera echar la persiana: “Han sido meses de nadar contra corriente y poner muchas cosas en orden. Se necesita una gran dedicación y muchas veces nos tenemos que enfrentar a clubes que tienen estructuras con treinta equipos, cuando tú solo tienes cinco. Equipos en los que los padres llegan a pagar hasta 1.000 euros para que jueguen sus hijos”.

Le acompañan en esta aventura, José Muñoz, Asunción Palencia, Manuel Amorós, Eva Gil, Mª José Serrano, Ernesto Roselló y Juanlu Bélmez, quien además de directivo ha vuelto a los banquillos y ha ocupado la vacante dejada por Juanjo Ferrer.

Además del júnior masculino de autonómica, el club cuenta con otros cuatro equipos: un sénior masculino de 1ª Zonal, un júnior femenino también en 1ª Zonal, misma categoría en la que juega en cadete masculino y el infantil masculino lo hace en 3ª Zonal. “Está siendo una temporada complicada en muchos sentidos. Queremos seguir siendo ese club en el que el boca a boca fue muy bien. Las puertas están abiertas para todo aquel que quiera venir”.

Entre las decisiones tomadas para tratar de poner los cimientos del nuevo ciclo abierto está que cuatro jugadores del club –Rodrigo, Atenea, Fran y Emilio– han empezado a entrenar y al mismo tiempo se estén sacando el Nivel 1. “Están haciendo un máster en dirección deportiva y en la directiva estamos muy agradecidos por la implicación que han desmotrado”.

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