El necesario resurgimiento de nuestro Alcoy

Hace poco más de ocho años tuve la inmensa satisfacción de ver publicado –no recuerdo ahora– si en Ciudad o en El Nostre, un artículo que me permití escribir, titulado: Recuerdos de Alcoi, recuerdos de una vida…” donde comentaba mi conexión eterna con esta ciudad, donde nací, crecí, y me hice hombre. Ahora, cuando los años pesan más de lo debido, me permito volver a referirme a este pueblo incomparable, maravilloso, y como decía, eterno…

Hace tiempo que leo y escucho opiniones de mucha gente quejándose de lo que pasa en Alcoi, en su deterioro, en su pérdida de gente, de que ya no es lo que era.

Resido fuera desde hace muchos años (demasiados) y por ello entiendo que mi opinión no puede tener la misma fuerza que la de quienes viven Alcoi diariamente (bandidos afortunados).

Hace días conocí unas quejas porque la Calle Entenza se está quedando sin comercios. Desde hace un tiempo he conocido el aluvión de críticas por la peatonalización del Centro, por las dificultades para acceder al mismo desde otras partes de la ciudad, y como no, el incesante clamor por la –comentan- lenta muerte comercial del citado Centro.

Hay otros aspectos, como el deterioro de calles y aceras, como del supuesto abandono de varias zonas de la ciudad.

Nada hay en este mundo que me cause más desasosiego que escuchar cosas malas de Alcoi, y más aún, el escuchar la inacción de quienes han de gestionar y mantener en marcha esta ciudad. Me cuesta creer que si la gestión de Antonio Francés ha sido pésima, vayamos a mejorar con una alcandía del PP, o de Compromís, o de Guanyar, por ejemplo. Estimo que no es cuestión de personas ni de partidos, sino del sistema que nos atenaza, pero no solo en Alcoi, sino en cualquier lado.

Pienso que el Alcoi que conocimos hace 30, 40, o más años, no va a volver, pero por la sencilla razón de que no es posible, pues el mundo ha cambiado, los parámetros, tanto sociales, como laborales, como económicos, como coyunturales, no son los mismos, sino muy distintos.

La proliferación de grandes superficies ha de conllevar la pérdida de mercado y de negocio para innumerables pequeños comercios. La concentración de empresas en lugares concretos (Bañeres, Muro, Ibi, Onil, etc…) producida por mejores condiciones de implantación, de terreno, de posibilidades o ayudas, impide que toda esa masa laboral alcoyana pueda desarrollar su actividad en su ciudad.

No ayuda en demasía el poco cuajo y el poco recorrido de la clase política, puede que por incapacidad, también por tener que atenerse a instrucciones llegadas desde otras instancias (Valencia o Madrid)… Y lo que acaba ocurriendo es que todas estas circunstancias acaban por descontrolar al ciudadano alcoyano, por desilusionarle, por convencerle de que ha de seguir atenazado por el desánimo y el conformismo.

El residir en otro sitio te ayuda a tener una perspectiva un poco más clara (tampoco demasiado) pues los problemas mencionados tienen carácter endémico, se repiten habitualmente, y con más frecuencia y lugares de los que imaginamos.

Recuerdo, volviendo a ese artículo de hace ocho años, todo lo que era Alcoi, todo lo que tenía, pero tengo claro que ni Alcoi es lo que era, ni los alcoyanos podemos pensar que somos como entonces. El mundo, las formas, los intereses, las posibilidades… el sistema, en suma, no tiene nada que ver con lo de entonces, ni por asomo, y lo que hoy está pasando pienso que son las consecuencias de ello.

Culpa de los políticos, de la situación, de los actuales mercados de trabajo y económicos, culpa de que el sistema en el que vivimos tiene unos objetivos y unas normas terriblemente distintos a los de entonces.

Me pregunto qué soluciones se podrían buscar y poner en marcha para revertir la situación, pero no es el intelecto de un servidor capaz ni de imaginar ninguna, no por ello dejo de sufrir por mi pueblo, por mis paisanos, por la vida cotidiana de ambos. No me tengo por derrotista, ni es mi costumbre rendirme, pero siento que el problema es tan ingente, que deberá ser tarea de todos: ciudadanos, empresarios, políticos, organismos e instituciones.

Hay muchísimas personas que conocen el Alcoi actual desde hace unos veinte o pocos más años… pero nosotros, los mayores, sí conocimos un Alcoi inmenso, emergente, capaz, puntero, abundante, y acogedor… Puede que hayamos de dejar olvidadas ciertas formas, ciertas costumbres, y empezar a hablar, a estudiar, a reivindicar lo que necesita esta ciudad para volver a caminar hacia el futuro.

Mucho me temo que todo lo que se haga tenga para muchos (los de siempre) un mero interés político, partidista, electoral… o como viene siendo habitual, un simple interés económico y financiero.

Hace más de diez años que tengo abandonado en un cajón una especie de proyecto que pienso sería muy interesante para la oferta cultural, turística, y festera de Alcoi, pero viendo cómo funcionan las instituciones locales, me resisto a presentarlo porque estoy seguro que sobre él, primarían intereses personales… Así funciona todo en estos tiempos.

Es por eso que hemos de ser la gente –los alcoyanos y alcoyanas– los que empecemos a decidir qué es lo que queremos, qué es lo que necesitamos, y qué es lo que va a hacer esta ciudad para volver a resurgir. Sé a ciencia cierta que hay gente, personas tremendamente capaces y amantes de Alcoi, que no han querido formar parte de esta merienda de negros que ha dejado esta tierra como un solar.

Es el momento de salir a la luz, de dar un paso adelante para liderar a este pueblo –luchador, innovador, solidario, e irreductible– en su lucha para volver a ser importante, suficiente, y agradable para sus hijos…

Desde este mismo momento, y desde la fuerza de los años y del amor por esta ciudad, me permito decir: ¡Abstenerse vividores, politicuchos de tres al cuarto, aprovechados y haraganes, salvadores nostálgicos de la patria…!

Estamos hablando de Alcoi, de su gente… Y eso, son palabras mayores, se lo dice un alcoyano, enamorado de Alcoi y que siente más, cada día que pasa, ese orgullo por serlo.

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