El resurgir del boxeo local
El sábado se disputó en Sueca el Autonómico de élite y nuestra ciudad fue la localidad de nuestra Comunidad con más púgiles participando.
Algo bueno debe estar sucediendo en el boxeo local para que nuestra ciudad sea la población de la Comunidad Valenciana con más púgiles en la final del Autonómico Élite que se disputó el sábado en Sueca, en lo que perfectamente podría considerarse como el despertar tras años de olvido de este deporte olímpico de la mano de Juan Barrull, que en un par de años ha logrado formar un grupo de competición que es una auténtica torre de Babel de nacionalidades y razas.
En su momento el boxeo estuvo muy arraigado a la cultura popular de muchos países. La motivación era siempre la misma: las peleas por dinero. Los promotores controlaban las entradas y los espectadores apostaban su dinero. El movimiento olímpico elevó aquellas luchas a deporte olímpico en 1904 y su popularidad en todo el mundo se disparó. Luego el cine y más tarde la televisión se encargaron de crear historias increíbles y de generar mitos que aún perduran en el tiempo.
En nuestra ciudad fue tras la postguerra cuando más popularidad alcanzó con el gimnasio del Baqueret en Sant Vicent como referente. Nombres como “El Francés”, Bolero, “El Valencià”, Garrigós, “El Chato La Via”, el propio “Baqueret”, padre e hijo, “El Púgil”, Sueiro y Jareño, padre e hijo, acabaron formando parte de la memoria colectiva de aquellos años con veldas pugilísticas en la Plaça de Bous, Monterrey o la Piscina Municipal.
Si hubiera que elegir una figura de aquellos tiempos, sin duda habría que referirse a Antonio Vela, más conocido por Samber, nacido en 1909 y campeón nacional del peso gallo, el más liviano, llegando a disputar combates frente a reconocidos boxeadores de la época.
Pero tras décadas de brillantez, el boxeo acabó entrando en una progresiva decadencia en nuestro país, hasta que con el cambio de milenio se tocó fondo. A nivel local son ya varias las décadas de un silencio absoluto. Una caída libre a la que desde hace un par de años ha querido poner freno Juan Barrull, creyendo como nadie en un deporte arrastrado por su mala reputación y por el que él apostó decididamente, no solo formando a nuevos valores, también llevando el boxeo al público de estas comarcas, primero con una velada en Muro, hace poco hubo otra en el pabellón polideportivo de Cocentaina y para junio está previsto organizar una competición oficial en nuestra ciudad y más adelante en Ibi.
Desde su gimnasio de la calle Sant Blai ha creado su particular torre de Babel de nacionalidades y razas. Conviven blancos, gitanos, negros y caucásicos, todos en plena armonía y como una “gran familia”, según confiesan, puesto que “pasamos más horas juntos que con nuestras familias. Incluso es bastante normal irnos de cena o a divertirnos un rato. Todos somos bienvenidos, nos une la pasión por el boxeo”, afirman.
El caso más singular es el de Alejandro Reyes. Pintor de brocha gorda, compaginaba este trabajo con combates neoprofesionales de muay thai, uno de los artes marciales más extremos que existen, que tiene en Tailandia a su cuna mundial. Lo alternaba con el K-1, arte marcial japonés que acepta una mayor variedad de movimientos prohibidos en las artes marciales como golpes de rodillas y agarres al cuello y tronco del oponente.
No le fue mal, incluso llegó a competir en Italia, pero reconoce que era complicado vivir en España de forma profesional, ya que es poco reconocido y apenas existen ayudas. “Estaba exponiendo mi salud a cambio de muy poco y llegó un momento que puse en la balanza todo y decidí dejarlo”, recuerda.
Hace cuatro años –tiene 25– se cruzó otra vez en su vida Juan Barrull. “Me habló de pasarme al boxeo, menos lesivo. Lo había practicado, pero de forma esporádica y no se me daba mal. El paso definitivo fue dejarme de pintar y empezar a trabajar con él en su gimnasio, le ayudo y puedo dedicarme enteramente al boxeo”, asegura.
Entre muay thai, K-1 y boxeo llevará unos diecisiete combates. A nivel de Comunidad Valenciana no tiene rival en su peso de -51 kg como demostró el sábado en Sueca logrando la clasificación para el Campeonato de España de Élite que se celebrará en Cartagena del 20 al 26 de junio con la presencia del equipo olímpico.
El mismo que tiene Virgilio Tavera, una pica de 1,96 de estatura, con planta de baloncestista, que se aficionó al boxeo viendo las películas de Rocky en su Venezuela natal, desde donde emigró a nuestro país con siete años y ahora reside en Muro, ya con 22 años.
Empezó haciendo artes marciales, hasta que un entrenador le propuso hacer boxeo y ya no ha vuelto a quitarse los guantes. Llegó a entrenar en un gimnasio de Valencia, pero donde realmente ha explotado ha sido junto a Juan Barrull. También ha logrado plaza para el Nacional de Cartagena tras su medalla de oro en el Autonómico de Sueca. Disputó el título en la categoría de -86 kg, palabras mayores en boxeo por la envergadura de los púgiles, donde muchas veces se encuentra a verdaderos “armarios” de músculo y carne que él trata de esquivar y superar con rápidos movimientos de pies y manos.
Compagina su gran pasión con ser camarero en el restaurante de Nacho Sellés. “No hay mejor sensación que un juez levante tu mano como ganador de un combate. La explosión de emociones es brutal. Aunque muchos no lo crean, llegas a disfrutar y no quieres que se acabe. Escuchar a la gente o que al final de una pelea vengan y te digan que han disfrutado viéndote, es algo increíble”, confiesa Tavera, que lleva ya doce combates realizados.
El “benjamín” del grupo es Constantino Fernández, de 18 años, que se quedó a las puertas del Nacional, logrando la plata en el Autonómico. Apenas suma cinco combates y quiere vincular su futuro al boxeo. De pequeño era un “polvorilla”, muy revoltoso, y la única manera de encauzar ese carácter fue empezar haciendo artes marciales. Pasó por varias fases hasta que hace tres años descubrió el boxeo: “Lo peor en este deporte es quedarte sin gasolina. Ahí estas perdido y a merced del rival. También pegar tenso o fallar golpes, te acaba desfondando”.