El recuerdo de Gisbert y las agallas de doña Nuria

Fue en septiembre de 1987, un jueves por la tarde, cuando conocí a Juan Antonio Gisbert. Tenía dos años más que yo pero su cara de niño bueno, inocente, le hacía parecer mucho más joven. Era la inauguración de la Caja de Crédito de Alcoy, en el cruce de Santa Rosa con Oliver. El local estaba repleto de gente y antes de presentarse a los directivos, como representante de la Generalitat, coincidimos en una esquina. Los dos íbamos a trabajar, él como director general de Economía y yo como periodista. Acababa de tomar posesión del cargo político de la mano de Lerma y venía de las bases de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia. No conocía a nadie, y me preguntaba quién era quién. Asistía don Cirilo para la bendición con la que no se evitó que acabara siendo una estafa con quiebra fraudulenta.

Al cargo de director general de Economía le sucedieron otros en la administración socialista, porque los valores e inteligencia de Gisbert no pasaban desapercibidos, hasta que en 1992 fue nombrado director general de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia. Ahí llegó su despegue profesional y el carisma que le definía. Su participación en las fiestas de Alcoy, en los Cides y en los Marrakesch tampoco pasó desapercibida, especialmente junto al que fue alcalde de Alicante, Ángel Luna. Su enfrentamiento con Eduardo Zaplana provocó en 2001 su despido, con indemnización a la altura del cargo.

Tras varios años como profesor en la Universidad de Alicante, volvió al mundo financiero por medio del ICO y en 2008 como director general de Rural Caja hasta 2012. Tras algunos trabajos como asesor en los programas económicos del PSOE, entre ellos el de Toni Francés, fue nombrado presidente del Puerto de Alicante en 2015, donde ha estado hasta su muerte.

Igual que recordaba bien mi primer encuentro con Gisbert, también recuerdo el último. Fue una comida muy especial, en la Venta Nadal, en época de matanza, en la que compartimos mesa, mantel y una larguísima sobremesa, personajes tan diferentes, junto a él, como el restaurador Juan Manuel Alonso, Lolo; el exdirector de zona de la CAM y su amigo, Juan Vicente Capó; el gerente de La Dependent, Joanfra Rozalén y este periodista. Pocos meses después de este encuentro en la montaña nos enteramos de que le habían detectado un cáncer. No ha sido posible cumplir su promesa de que un día, cuando estuviéramos apartados de la actualidad, me contaría lo que ahora no me contaba porque no se fiaba de mi. Una verdadera pena.

He leído que el alcalde de Alicante, pese a ser del PP, anuncia que el Paseo del Puerto Viejo pasará a llamarse Paseo Juan Antonio Gisbert, en reconocimiento a su labor en la recuperación para la ciudad del puerto, lo que les dignifica. Le echaremos de menos.

LAS AGALLAS DE DOÑA NURIA
Doña Nuria es la interventora en el Ayuntamiento de Alcoy y no se encoge a la hora de informar con muchos peros aquello que considera que no es correcto, que roza la irregularidad o que los políticos distorsionan. Está ahí, tras ganar unas oposiciones con habilitación de carácter nacional, para controlar, vigilar y fiscalizar la gestión municipal de tipo económico, contable y financiera, así como la gestión presupuestaria del gobierno local. Pues bien, esta señora ha informado los presupuestos municipales, aprobados el viernes de la pasada semana por 17 concejales del Ayuntamiento de Alcoy, con frases demoledoras resumidas en tres conclusiones: 1. Desequilibrio presupuestario agravado por excesivas previsiones de ingresos. 2. Excesiva dependencia del endeudamiento financiero para acometer sus propios gastos. Y 3º. presupuestación de las inversiones íntegramente sin prevenir anualidades, con un incremento de los remanentes de crédito que complican la gestión y el control.

No son conclusiones para que doña Nuria haga amigos en el gobierno municipal, pero ahí están, aunque 17 concejales se las hayan pasado por el forro aprobándolos devocionalmente (12 del PSOE, 2 de Podemos, 2 de Compromis y un tránsfuga) . Guanyar realizó la crítica más dura, pero en un alarde de incongruencia se abstuvo, acompañándoles Ciudadanos. Solo votaron en contra el PP y VOX, un voto derechón con el que se disfrazó la imagen de los “síes” y difuminó las agallas de doña Nuria.
Por favor, señora interventora, siga ahí, aunque solo sea para que se pueda escribir, con datos objetivos, la historia de lo que está ocurriendo.

Y atentos a las conclusiones de otra mujer, Maricarmen Amoraga, directora general de Cultura y Patrimonio en la Generalitat, que igual abre actuaciones previas de procedimiento sancionador por las obras del casco antiguo. Van a ser 14 meses, los que falta para las elecciones municipales, la mar de divertidos.

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