La residencia de mayores del Preventorio retoma las visitas de los familiares

Una semana antes de que el Gobierno decretase el estado de alarma, y en previsión de que la entonces aún incipiente situación de crisis sanitaria pudiera agravarse, la residencia de mayores Mariola del Preventorio decidió cancelar las visitas de familiares en el centro, como medida de prevención, y hasta esta la semana pasada, después de tres meses, no ha podido retomar la entrada de personas ajenas al geriátrico. Un hermetismo que, en opinión de la directora de la residencia, Carmina Laliga, y el médico responsable de la misma, Jordi Santonja, ha sido clave a la hora de capear la situación y mantener el centro libre de coronavirus.

“Por capacidad de la residencia e infraestructura no podíamos aislar a los residentes en sus habitaciones, así que hemos tenido que organizarnos muy bien y mantener un sistema de vigilancia activa, y sobre todo controlar mucho al personal, que al más mínimo indicio de fiebre, se quedaba en casa”, explica el facultativo, quien remarca el “esfuerzo” y la “predisposición” de los trabajadores de la residencia a lo largo de todas estas semanas y desde que comenzó la pandemia.

En total, según la directora del centro, han sido cuatro los sanitarios que han permanecido en cuarentena durante dos semanas tras presentar algún síntoma compatible con la Covid-19, principalmente fiebre, si bien todos los test serológicos practicados hasta la fecha tanto a residentes como a personal del geriátrico, han dado negativo. En este sentido, la responsable del centro se congratula y reconoce “la gran suerte que hemos tenido”, puesto que de haber “entrado el virus en la residencia, no sabemos las consecuencias, pero ya hemos visto la grave situación en toda España”, lamenta.

Y es que lógicamente, situaciones como la ocurrida en Domus Vi de Alcoy, “se viven con mucha preocupación”, señalan la directora y el médico del Preventorio. Y añaden: “Nos podía haber tocado a nosotros, los hemos tenido muy presentes todo este tiempo”. Un sufrimiento que han llevado por dentro, puesto que para los residentes lo importante era mantener “la mayor normalidad posible” y “muy importante, seguir con sus rutinas diarias y trabajar con ellos como si nada pasara ahí fuera”, destaca el doctor Santonja, quien incide en que para pacientes con un deterioro cognitivo como el de la mayoría de los residentes del Preventorio, es fundamental continuar con su actividad habitual y evitar al máximo interrumpir las dinámicas de trabajo diarias.

Una normalidad que retoman poco a poco gracias, en parte, a que de nuevo y con la entrada en la fase 2 de la desescalada, tienen la posibilidad de contacto directo con familiares, eso sí, adoptando todas las medidas de prevención necesarias. Para las visitas se ha establecido, en primer lugar, que deben ser con cita previa, de hasta dos familiares o personas allegadas por persona residente, y tienen que entrar de forma individual, excepto si son convivientes.

Para evitar aglomeraciones en la residencia, el centro organiza un máximo de visitas diarias, que se regula en tramos, entre el 25 % y el 10 % de capacidad del centro, dependiendo del número de personas residentes. Un total de 55 en el caso del Preventorio.

Los familiares se toman la temperatura en el momento de acceder al centro y adoptan las medidas de higiene y prevención establecidas por las autoridades sanitarias, en particular, el mantenimiento de la distancia de seguridad de dos metros, la higiene de manos y el uso de mascarilla. Asimismo, cuando solicitan la cita previa tienen que contestar a un cuestionario de cara a evitar la entrada en el centro de visitas con sintomatología compatible con coronavirus.

La residencia Mariola cuenta con la ventaja de disponer de espacio al aire libre para realizar las visitas. Además, entre una y otra visita el personal de limpieza desinfecta las dependencias conforme a lo establecido en el protocolo de seguridad.

Isabel y Verónica, dos de nueve hermanos, se encuentran con su madre por primera vez después de tres meses sin verla de otra forma que no fuese por video llamada o “por la ventana”, confiesan. La separación “la hemos llevado bastante mal pero por su bien ha tenido que ser así, y aquí sabíamos que estaba atendida”, aseguran las hijas de Francisca.

En similares términos se expresan los hijos de Joaquín y Petra, un matrimonio de casi 90 años cada uno que ingresó en el centro el pasado mes de enero. “Nos preguntaban a veces cuándo podríamos venir, pero no han sido muy conscientes de lo que ha sucedido”, nos comentan Andrés y Agustín, que en realidad sienten cierto alivio por esta enajenación de sus padres que les ha llevado a permanecer ausentes del drama de la pandemia.

Y es que personas como Joaquín, Petra o Francisca, representan la cara amable de una tragedia que se ha cebado con decenas de geriátricos de toda España, donde el impacto del coronavirus ha sido desgarrador.

Foto: Feliz reencuentro entre un matrimonio de residentes y sus dos hijos | Xavi Terol

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