¿Por qué tanta necesidad de control?

Debo admitir que me sorprendió el titular de esta publicación: “160 cámaras para controlar a los ciudadanos”, del pasado sábado día 23.Tal vez deberíamos añadir a lo de con nocturnidad y alevosía, lo de con pandemia; pues que mejor ocasión para sacar adelante algo polémico que tener a la población casi en arresto domiciliario y con la imposibilidad de oponerse colectivamente, es decir, con una concentración en la plaza España, para poner un ejemplo.

Con pandemia el gobierno Sánchez acaba de aprobar una nueva vuelta de tuerca en el control de las redes sociales, en Andalucía se cambiaron de una tacada un buen número de leyes… y, ahora, al parecer, le ha llegado el turno del oportunismo a quienes se denominan Autoridades. En lo referente al control de la población, todos los partidos están de acuerdo, la oposición patalea un poco para quedar bien, solo por eso.

La inicial sorpresa me lleva a la primera de tres preguntas: ¿Piensan las llamadas Autoridades que en Alcoi somos bobos? Creo que sí, de lo contrario no hubieran mezclado coronavirus con tráfico o aforos. Creo que sí, cuando alegan que no obtendrán datos de carácter personal. Quizás es que debemos creer que la Guardia Civil, la primera en informatizar sus datos, lleva casi cincuenta años elaborando una especie de álbum familiar de los manifestantes, de los de izquierdas, en lugar de pensar que todo el material gráfico que reúnen permite identificar a persona por persona. No somos cretinos, señores y señoras del pleno municipal.

La segunda pregunta es obvia: ¿Por qué tanta necesidad de control? El ciudadano de a pie puede intuir que, tras la cervecita de verano, la próxima partida será de bastos. Puede suponer incluso, que lo de la reconstrucción de Alcoi, no suene solo a vocabulario militar, sino que no sea tal, y sí sea una construcción a la medida de quienes están detrás de la cara pública de los políticos, quienes pagan sus campañas electorales. ¿Quedaremos muchos fuera de la llamada nueva normalidad, siendo arrojados a los abismos de la precariedad y de la muerte?

La tercera y última pregunta es la siguiente: ¿Es la smart city una manera de convertir los núcleos urbanos, en una especie de campos de concentración con alambradas digitales? Control, más control, más miedo ¿pero de qué?

Quisiera añadir a la preguntas dos consideraciones finales. La primera, consiste en una nueva pregunta: ¿No estarían los fondos europeos para las cámaras, mejor destinados a la protección de quienes la pandemia ha dejado sin trabajo o sin poder subir la persiana? La segunda, consiste en señalar el texto de la pancarta de una instantánea de archivo, aparecida recientemente, tomada en una concentración de personal sanitario: “Más le temo a los políticos que al coronavirus”*

*La Vanguardia, 25 de mayo 2020, Barcelona, pp. 26 y 27.

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