Aitana, la bebé que llegó con el aplauso sanitario

La imagen de la pequeña Aitana es la imagen de la esperanza en medio de tanta desgracia. Un ejemplo de cómo la vida se abre paso en pleno estado de alarma y vence al coronavirus de la forma más maravillosa que conoce la naturaleza humana. Y lo hacía, en este caso, el pasado 14 de abril, justo un mes después de la declaración del confinamiento, coincidiendo con la hora de los aplausos que cada tarde sirven para homenajear a nuestros sanitarios.

Fue entonces, justo en ese momento, cuando a sus padres, los alcoyanos Montse Giner y Marcos Pedrós, les cambió la vida para siempre y no un mes antes, como creían cuando como al resto de españoles les obligaron repentinamente a confinarse en su casa de Massalfassar (Valencia). “Yo me puse muy mal –recuerda la joven– estaba muy agobiada, nos faltaban muchas cosas de la lista de nacimiento y tuvimos que gestionarlo todo por teléfono”. Además, relata que al tratarse de la última etapa del embarazo, “el cuerpo me pedía pasear y no podía salir de casa”, así que no le quedó más remedio que hacerlo por dentro del piso y practicar zumba y otros ejercicios mediante programas online.

No obstante, la pareja confiesa que uno de los peores momentos llegó con la noticia de la puesta en marcha por parte de la Generalitat del protocolo de protección frente al coronavirus que impedía a las parturientas dar a luz acompañadas, algo que tanto Montse como Marcos encajaron muy mal: “Rápidamente llamamos a un hospital privado para informarnos de cómo lo iban a hacer ellos, nos comentaron que no y dijimos, adelante”, explica el joven. Hay que señalar, no obstante, que posteriormente Conselleria rectificó la medida y autorizó a las mujeres parir acompañadas de al menos una persona, pero Marcos y Montse ya habían tomado la decisión de acudir a un centro privado y así lo hicieron.

La joven madre ingresó en el hospital el mismo 14 de abril, por la mañana, entre los nervios lógicos de una primeriza y con la preocupación añadida del Covid-19. “Tenía miedo, pero una vez entras por la puerta del hospital, ni coronavirus ni que se acabe el mundo ahí fuera, no pensaba en otra cosa que en la niña, en que todo saliera bien”, asegura.

Apenas once horas después venía al mundo Aitana pesando 2’810 kilos y 48’5 centímetros de talla. Montse destaca la emoción del momento, que le hizo olvidar incluso la mascarilla que llevó puesta durante todo el proceso de parto. Eso sí, “fue muy extraño dar a luz con toda aquella gente vestida con los equipos de protección”, reconoce.

Por lo demás, todo salió perfectamente y sin complicaciones, y tras pasar 48 horas aislados con la pequeña en la habitación del hospital, los padres pudieron trasladarse a su domicilio para empezar los tres juntos su nueva y confinada vida. Una vida que ahora transcurre entre videollamadas con amigos y familiares y momentos para estar a solas con la pequeña Aitana. “Por un lado es triste y duro para los abuelos sobre todo, pero a nosotros nos está ayudando a aprender a desenvolvernos como padres y a conocernos muy rápidamente, la nena pasa los días tranquila y eso también se agradece”, concluye Montse, quien ya nunca olvidará la experiencia de parir en tiempos de coronavirus, donde hay tanta emoción como distancia.

Foto: La pequeña reposa sobre el pecho de su madre nada más nacer

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