Minuto de silencio
El otro domingo fui con mi hijo pequeño a ver lo que era, crónica de una muerte anunciada, al campo del Collao, partido deplorable donde los haya, sin alma. Y no quiero ni pensar que harían en Vigo, ya que mi chaval me decía que estaban haciendo un buen partido comparado con lo que hicieron en Galicia, pues fue con unos amigos hasta lejanas tierras para ver el partido.
El campo lleno, con ambiente, pero allí nadie se creía, salvo algunos pocos, que podían sacar algo positivo. Ni un grito al decir los nombres de los jugadores; pero se iba animando aplaudiendo hasta que llegó el momento en que el árbitro hizo sonar su silbato y empezar el minuto de silencio.
Entonces se hizo un silencio sepulcral, un mutismo que gritaba al cielo. Desgraciadamente se hizo en honor del jugador de fútbol Reyes. Alguna lagrimita vi caer debido a la solemnidad del momento.
Pero de pronto volvió a sonar el silbato y la gente empezamos a gritar, vitorear, animar a nuestro Deportivo. Y me dio que pensar. ¿Tan sólo valemos un minuto de silencio? Ya nos habíamos olvidado del pobre joven fallecido en terrible accidente de coche. La vida para los que no nos roza en verdad nos importa poco, tan sólo un momento de emoción, pero desgraciadamente ese accidente ha dejado a otro familiar fallecido, un primo con quemaduras para toda su vida y a una familia destrozada.
Y continuando con el paralelismo, tengo que decir que si el Alcoyano no quiere morir, es el momento de contar con la gente de casa, un entrenador que haya mamado el fútbol de Alcoy, jugadores de la zona, de la ”terreta”, que lo den todo y en verdad seamos un equipo con moral. Porque el simple hecho de ponerse la camiseta blanquiazul, no hace que los jugadores den hasta su última gota de sudor, que se esfuercen hasta el límite, al revés lo veo yo, son esa gente que aman al Club, los que hacen que la camiseta sea un reflejo de fuerza y moral.
Y volviendo al minuto de silencio, deciros que empezamos unos meses en que solemos coger el coche más a menudo de lo habitual, para ir a la playa, de excursión, a visitar a familiares y a cualquier lugar que nos apetezca siempre que nuestro bolsillo nos lo permita y debemos hacerlo con la máxima precaución, porque si nos ocurre algo es muy posible que no tengamos ni un minuto de silencio, simplemente alguna lágrima al enterarse la gente de nuestra desgracia y poco más, lo que si dejaremos será una familia deshecha.
Así que amigos míos mucha precaución en la carretera en este verano, y como no podía ser de otra manera me despido con un versículo bíblico. Salmos 121:8 Dios guardará tu salida y tu entrada, desde ahora y para siempre.
Pero no olvides que sólo te acompañará, si se lo pides y si sigues las normas de circulación.