Entrenadores

La situación sigue siendo igual de delicada y comprometida que hace tres jornadas, pero los dos últimos partidos del Alcoyano han cambiado la visión sobre el equipo y ahora nadie duda de que se acabará logrando la permanencia, que el camino es el marcado ante el Lleida y en el derbi del Rico Pérez con ese punto que sabe a gloria bendita. Si la victoria contra el Lleida tocó la fibra sensible del aficionado, la igualada contra el Hércules supuso la constatación de que ahora mismo el equipo tendrá todas las carencias del mundo, podrá ser el peor Alcoyano en mucho tiempo como algunos aficionados herculanos quisieron ver el sábado, pero anímicamente es un equipo que ha recuperado la confianza y estoy por decir que le vi más fuerte mentalmente que el propio Hércules, un auténtico equipazo infrautilizado por los miedos de su entrenador, incapaz de aprovechar un potencial increíble y que pudo hacer el ridículo si el Deportivo aprovecha una de las dos claras ocasiones que tuvo antes del descanso. Bien es cierto que el partido se le pudo ir de las manos al Alcoyano en el último tramo, cuando el Hércules a la desesperada y con más corazón que juego embotelló a los de Mario Barrera en su área, pero hubiera sido tan cruel como injusto. El Hércules el sábado fue un claro ejemplo de lo que es un equipo con unas posibilidades inmensas, pero mediatizado por las decisiones de un técnico empeñado con estar por encima de sus futbolistas. De esos han pasado varios por el banquillo del Alcoyano en los últimos tiempos y Óscar Cano, que el domingo viene con el Castellón, es un claro ejemplo de sentirse el ombligo del mundo cuando entra en un vestuario. Si hay que adjudicarle algún mérito a Mario Barrera del despertar de este Alcoyano es por el rendimiento que está consiguiendo sacar a futbolistas que perecían perdidos y con él en el banquillo han elevado considerablemente sus prestaciones. El ejemplo más evidente es el de Óscar Díaz, señalado por Vicente Mir, y con el hispano-argentino el jugador más enchufado del equipo a nivel ofensivo junto con Nieto, otro que ha despertado desde la destitución del de Meliana. En el derbi, la marcha del madrileño tras ser sustituido por Vicente coincidió con el desplome del Alcoyano y la pérdida del centro del campo. Mientras que el Hércules ganó con los cambios, el efecto en el Deportivo fue todo lo contrario. El derbi ya queda atrás, ahora hay que pensar en estos dos próximos partidos en el Collao, sobre todo el del domingo contra el Castellón, donde ganar significaría no solo conseguir tres puntos sino que sumar frente a un rival directo. El espíritu del Collao que de manera tan emotiva apareció contra el Lleida debe dejarse ver otra vez para que no se escape una victoria vital.

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