Un clásico de los banquillos
Fue un precursor, un adelantado a su tiempo, cuando el término cantera como la conocemos en nuestros días era pura fantasía y más en un deporte como el hockey, donde en nuestro entorno aún andaba en pañales y se funcionaba por intuición, sin ninguna metodología. Eliseo Sánchez fue el primer formador moderno que tuvo las categorías inferiores del Alcodiam y de su mano llegaron algunas innovaciones.
Vivió en primera persona aquella irrepetible generación de los Toni Martínez, Rubio, Andrés Jordá, Rodolfo y Koki, que en la década de los 80 del pasado siglo puso una pica donde nadie lo había conseguido antes en el hockey y abrió los ojos de este deporte a la sociedad local, a la vez que puso a nuestra ciudad en el mapa de este deporte a nivel nacional. Fue la de su generación, coincide en edad con sus inicios en el hockey, aunque no logró la notoriedad de estos adelantados a su tiempo.
También vivió en primera persona, pero ya como entrenador, la irrupción de otra gran generación, la formada por Rafa Linares, Jorge Castañer, Lorenzo, Lalo y Pablo Doménech, entre otros nombres, que logró que el Alcodiam retornase a Primera División.
Y en los últimos tiempos participó de forma activa en la formación durante su etapa como entrenador y coordinador de la cantera del HC Cocentaina de jugadores como Vicent Martí, Carlos Cantó o David Doménech. De una forma u otra, nadie le puede quitar a Eliseo Sánchez su condición de grande de este deporte, como espectador de lujo de todos y cada uno de los grandes momentos que han acompañado al hockey de la zona en las últimas cinco décadas.
Pero referirse a Eliseo Sánchez no es solo hablar de hockey, también de la otra gran entidad deportiva local como es el Alcoyano, puesto que tuvo asiento privilegiado en una de las etapas más recordadas y que mejor sabor ha dejado en el aficionado blanquiazul, formando parte de aquella directiva presidida por Javi Gandía que llegó al club con el Deportivo agonizando y al borde de la desaparición. El equipo retornó a Segunda B, queda muy fresco en la memoria aquel histórico ascenso de Mar Menor y después vinieron temporadas que calaron muy hondo con aquellas eliminatorias coperas frente a Mallorca y At. Madrid.
Pregunta. –¿Cómo fueron tus inicios, porque tú no eres alcoyano, naciste en Puertollano?
Respuesta.–Mi padre era subinspector de banca y le trasladaron a Alcoy teniendo yo 11 años. Me matriculan en el colegio Salesianos y allí descubro el hockey, hasta entonces ni sabía que existía. Mi familia se instala en la misma calle en la que vivía Toni Martínez, del que me hago muy amigo. En casa mis padres no veían bien que jugara al hockey, pero a base de insistir, lo consigo y empiezo a introducirme en el mundillo local. Como todos los que nos creemos algo, pensamos que merecemos más oportunidades y con 17 años, viendo que jugaba poco, lo dejó. Me equivoqué, tuve que tener más paciencia.
P.–¿Y entonces?
R.–Me hago árbitro, pero no tenía carácter para ello. Llego a tener licencia nacional, consigo dirigir partidos en Segunda División, una categoría equivalente a lo que es hoy en día la Liga Sur, pero en el primer partido tuve unos problemas y con 46 días me retiran la licencia. Dejé de pitar y decido con 20 años volver a jugar a hockey. Pero me encuentro que se me había pasado el arroz. Yo era un jugador del montón. También coincido en el tiempo con una de las mejores generaciones que ha dado el hockey local.
P.–¿Y aparece el gusanillo de los banquillos?
R.–Cuando jugaba ya hice mis pinitos pero empiezo realmente en la temporada 79/80. Dos después me dan la responsabilidad de entrenar al primer equipo del Alcodiam en Primera División. Recuerdo que aquel año descendimos. Terminamos la liga en decimocuarta posición, pero la Federación decidió reestructurar la categoría y fuimos los últimos en bajar por clasificación. Estaban en aquel equipo los Rubio, Toni Martínez, Andrés Jordá, Koki, Rodolfo, Toni Jordá, Javi Pascual… Había un equipazo. Intentamos el año siguiente ascender tras quedar campeones en Segunda División pero después de varios intentos nos quedamos sin conseguirlo.
P.––El final de aquella irrepetible generación produjo un impasse de varias temporadas en las que no se consiguió cubrir ese hueco dejado y el relevo se hizo esperar más de lo esperado. Hubo que esperar una década para ver otra vez al Alcodiam en Primera División. Entre tanto se iba forjando otra generación que llegó pisando fuerte y consiguió ese ansiado retorno en la temporada 93/94, con Eliseo Sánchez como entrenador.
R.–Desde bien pequeños fueron un equipo campeón. Lo consiguieron en la categoría benjamín, después como alevines, en infantiles conseguimos ser sextos de España, en juveniles y en júnior terminaron sextos y cuartos de España. Logramos ascender a Primera División con un equipo exclusivamente de gente de la casa. Es un recuerdo imborrable, aún hoy en día mantenemos un grupo de WhatsApp y la relación es estupenda. Se me pone la carne de gallina solo de pensar el recibimiento que nos hicieron en el Ayuntamiento. Después estuvo la celebración en Miami, porque Lionel Grau prometió viajar hasta allí si lográbamos ascender. Yo no fui por mi miedo a volar. Solo estuvimos una temporada, bajamos al año siguiente, aquel equipo necesitaba unos refuerzos y no llegaron. Volvimos a jugar la promoción de ascenso a la temporada siguiente, nosotros creo que le hicimos 31 goles al Tenerife pero el Alcobendas hizo uno más en el partido que cerraba la competición y nos quedamos sin subir por una diferencia de dos goles.
P.––¿Y llega el adiós al Alcodiam?
R.–En la temporada 01/02 fichan a Paco Villar como entrenador del primer equipo. A mi me dice que pase a llevar a los más pequeños del club y yo entiendo que estaba capacitado para estar en otro puesto como entrenador y decido marcharme con mucho dolor porque el Alcodiam ha sido y será siempre el club de mi vida. Al principio con mucho resquemor, después el tiempo borra ciertas heridas. El Patí Contestà me llama, pero con ellos estoy solo una temporada y a la siguiente fichó por el HC Cocentaina, donde estos últimos diez años he sido tremendamente feliz, sobre todo porque han confiado en mi desde el primer día y me han dado libertad para tomar decisiones. Llegué al club y había solo dos equipos. Hace un par de temporada eran ya trece. Estoy muy contento de mi paso por Cocentaina porque todos estos años ha demostrado ser un club formador que ha sabido trabajar la cantera, con una política muy buena de captación en los colegios. Una etapa en la que Cocentaina ha sabido ponerse en el mapa de este deporte. Lo dejo porque creo en el cambio generacional, un niño quiere ver a una persona joven y yo aunque me veo en forma y capacitado para seguir, es el momento de que entren al club nuevas ideas. Saben que si me quieren para cualquier consulta, allí estaré. El hockey ha sido mi vida tras la familia. Me ha dado muchas alegrías, pero sobre todo una gran cantidad de amistades que guardo como un tesoro.
Foto: Dany Vilaplana