Panorama de la incertidumbre

Pues ha sucedido que don Mariano Rajoy ya está incluido en el elenco de los ex. Se le ha torcido la fortuna de salir siempre airoso de todos los avatares políticos como era costumbre en su persona, gracias a esa postura de un “don Tancredo” impasible ante los zarandeos, sin inmutarse de los atropellos, de las descalificaciones, de las vergüenzas que pasaban los correligionarios a raíz de tanta mezquindad surgida en las corrupciones que han fluido año tras año en su partido. Él ha sido un aliado del tiempo, sin altibajos en su carácter y poseedor de una indiferencia prodigiosa mostrada cuando se le mencionaba ese oleaje de corrupción que día tras día invadía la sede de la calle Génova. A lo sumo, cuando se veía asediado por la vorágine de los que le increpaban, sentenciaba con un arrobamiento espectacular, avanzando su extrañeza al confirmar que ignoraba por completo “esas cosas del pasado”.

Todo ese movimiento de apartarlo de la presidencia de la nación ha ocurrido en un tiempo record de cuarenta y ocho horas. Una moción de censura atravesada por la sentencia de los jueces que han fallado en esa implicación directa del partido en el trapicheo de los capitales, ha dado lugar a que don Mariano ya no tenga ese “ arte de convertirse en una boya”, en definición acertada y lúcida del escritor Manuel Vicent, salvándole hasta ayer de ese impulso clandestino en todas las vicisitudes tormentosas con sus enredos y desmanes y que ha sido como un agarradero del que tanto se ha beneficiado nuestro personaje a lo largo de su trayectoria política.

Y ahora, con la llegada del contrincante Pedro Sánchez, que varía el golpe de efecto del anterior presidente, surge la incertidumbre en el personal. Ya ha cuidado la derecha que nos ha gobernado de propagar en infinidad de ocasiones el alzamiento de la economía, debido al tesón de don Mariano y de su equipo, para que el ciudadano común se pregunte cómo se resolverán tantos problemas que tiene la nación con un Presidente joven e ilusionado, de buen perfil exterior, si, pero carente de experiencia para gobernar.

Se le ve al muchacho buena disposición y ánimo para la lucha que se le avecina. Será ardua y frenética. Por ejemplo, existe el problema catalán que se está vislumbrando como un encontronazo en el panorama vigoroso de las ideas y para su difícil solución hay que estar bien provisto de una abierta voluntad de comunicación, mucha energía y mano izquierda.. Si logra un éxito en su gestión, ya tenemos gobernante. Eso y un elevado ardor para dirigir la nación con dialogo y perseverancia, que es de lo que tan escasos andamos ante esa postura tan caciquil de los gobiernos conservadores de ayer que nos han acostumbrado a una completa orfandad dialogante que tanto echamos en falta.

Este es el panorama de la incertidumbre que asalta al ciudadano. Por lo menos, que se le otorgue al futuro gobernante la tregua de los cien días. Si fracasa en el intento, pues para eso existe la libertad establecida de las urnas. Esas en las que se depositan los votos como un despertar unificado buscando la realidad de ser feliz en comunidad. Esas en las que se establecen voluntades, las que ofrecen buen sentido y ejemplar coherencia. Todo ello para dignificar el sagrado concepto de la democracia, con una chispa de esperanza y buen azar, sirviendo también para apartar, de los que la han usado descaradamente en beneficio propio, la nobleza de su significado, pues la han embrutecido sigilosamente con la fechoría de sus desmanes.

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