10.000 kilómetros de crecimiento personal
Lemas como “Hoy estamos y mañana no”; “Muere con recuerdos, no con sueños” o “El destino está escrito y marcado” sirven al aventurero alcoyano Luis Sainz para afrontar la vida de la forma en que lo hace. Sin miedos, con ganas de vivir y de cumplir los sueños. Todos ellos le han acompañado durante su vida, y también han estado presentes en los 25 días que ha durado su viaje en agosto por Europa del Este.
Sainz partió de Alcoy hacia Barcelona el pasado 4 de agosto. Él, su moto BMW trail y el objetivo de llegar al Monte Ararat (Turquía) han sido más que suficientes para hacer frente a los alrededor de 10.000 kilómetros recorridos en nueve países distintos.
El aventurero alcoyano asegura haber “hecho todo lo que tenía previsto y ver todo lo que quería ver”. Dentro de estos planes estaba, conocer rutas de montaña o pasar por las míticas carreteras de Rumanía.
El recorrido ha incluido también alguna que otra avería en su moto, pero nada que no se pudiera solucionar. Con la aventura por delante, la moto de Sainz ha ido por carreteras que ni siquiera aparecían en los mapas, incluidas unas de 60 kilómetros de terroristas. “La alternativa era de 800 kilómetros. Los militares me avisaron: no pares en los 60 kilómetros. Sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo”, detalla Sainz. Y dentro de lo que puede parecer ‘locura’ se añade que durante ese trayecto, no tenía móvil, como en prácticamente todo el viaje.
De todo lo vivido durante los 25 días, Sainz tiene claro que se queda con la hospitalidad de la población asiática. “Había veces que paraba la moto para consultar el GPS o simplemente para descansar un rato. Al momento había coches que se paraban para preguntarme si había ocurrido algo y ofrecerme ayuda, agua y comida”. Esta situación es contraria a la que vivió en una autopista española. “Me despisté y me quedé sin gasolina. No paró nadie. Menos mal que un motero finalmente paró y me ayudó, si no, no hubiese podido llegar a Alcoy cuando tenía previsto”. Es por esto por lo que para Sainz gana fuerza eso de no juzgar sin conocer. “Me ha llamado muchísimo la atención la fe en su religión, mucho más en los niños. Un día estaba con uno que no paraba de hacerme preguntas sobre la moto, el viaje… de repente sonó la llamada a la oración. Me impactó la cara que puso el niño. No era de pena, era como de gracias por la conversación pero tengo que irme, porque es lo que quiero hacer”, confiesa Luis Sainz, para quien la emoción de vislumbrar el Monte Ararat ha sido el punto clave de este viaje que ha servido también para recaudar fondos para la Asociación de Alzheimer de Alcoy y Comarcas.
El aventurero alcoyano concluye explicando que “a nivel personal me ha sorprendido en mí mismo con la tranquilidad que he ido estos 25 días, no me he agobiado, ni siquiera en situaciones que sabía que eran peligrosas. Quiero más, quiero adentrarme en zonas más complejas de Asia”.