En abril, alegrías mil

D ebería ser siempre abril. Será por la cerveza fresquita que ya apetece o por el sol que nos acompaña en los últimos días. Pero en estas fechas el optimismo nos desborda. Buena parte se debe a la alegría de la que nos hemos impregnado con el concierto de música procesional del pasado domingo y también de esas ganas por emprender nuevos proyectos que aporta el Coworking que se inaugura hoy en el Centro Comercial Alzamora. O simplemente que el viernes ya está más cerca. Pero, en serio, algo está pasando. Mario Rajoy asegura que “las buenas noticias sobre la economía española empiezan a ser comunes. Y no le ha dado la risa. Y, además, afirma que no será necesario subir los impuestos ni hacer recortes. De esto último no hagan caso, que ya sabemos que sobre este tema el presidente suele hacer broma. Respecto a la economía, está claro que el presidente se refería a que el Ayuntamiento de Alcoy ya solo debe 32,9 millones a los bancos, un verdadero éxito porque hace tan solo cinco años la deuda era mucho mayor, tanto que representaba el 109% del presupuesto anual. Muro, además, ha cerrado el 2013 con superávit. Y en la comarca ha bajado el paro, el precio de la vivienda ha caído un 6,3%, al contestano Ignasi Belda se le ha concedido el premio Príncipe de Girona que reconoce a la iniciativa emprendedora –y eso que no ha pasado por el Ágora– y por si faltaba algo para confirmar los efectos benévolos que para la energía y las neuronas de este pueblo tiene el mes de abril, el cupón de la ONCE ha repartido 135.400 euros en Alcoy. En Santa Rosa para más señas y sin que, una vez más, un servidor haya rascado bola. Miren ustedes si las cosas van bien cuando en este pueblo se arranca del calendario la hoja del mes de marzo, que el alcalde acaba de anunciar que se han salvado todos los obstáculos habidos y por haber y la reparación de la calle Calderón, que lleva dos años cortada al tráfico, se va a ejecutar este año. La euforia que ha desatado el efecto abril ha sido tal que UGT ha corrido a pedir unos sueldos dignos para los empleados públicos. Y no es por romper el encanto. Pero una cosa es la alegría y otra los milagros.

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