El valor de la experiencia

Siento admiración y muchísimo respeto por las personas que han alcanzado la madurez, aquellas que ya se han jubilado o están a punto de hacerlo. Entre otras cosas porque creo que ya no sólo es importante, sino vital, la sabiduría de la experiencia. Esto es algo que solo se gana con trabajo y con años, y de eso saben mucho la generación de nuestros mayores. De verdad que me molesta tremendamente la obsesión de muchos por denostar, despreciar y arrinconar a las “personas de edad”, porque según no sé qué teoría de modernidad ya no aportan nada… ¿Cómo puede suceder algo así en una sociedad avanzada? Solo si respetamos a nuestros padres podremos construir en clave de futuro para nuestros hijos.

No es la edad lo que diferencia a las personas, sino su capacidad de crecer en armonía con su entorno y con la historia de su tiempo. Personas que hoy pasan de los sesenta o los setenta… son importantes, muy importantes, capitales e imprescindibles para el futuro de España, de la sociedad y de las españolas y españoles del mañana. Su generación ha vivido la época de la escasez y también de la generosidad, el tiempo en que la libertad era una realidad por la que merecía la pena renunciar a las diferencias, donde pesaba más lo que nos une que lo que nos separa…

Y ¿qué sería de las familias más jóvenes sin la ayuda incondicional de los abuelos?. Han sido y son el pilar fundamental para el cuidado de niños y en muchos casos, lamentablemente por esta durísima crisis, para el mantenimiento económico de no pocas de estas familias.

Tenemos la obligación ética y moral de fomentar el respeto, la compresión y el cariño hacia las personas mayores, sobre todo cuando sus edades van avanzando y necesitan cada vez más cariño, ayuda y dedicación.

Igual se preguntarán el por qué de estas líneas… Existen varias razones, una de ellas es el fruto de la reflexión del jueves pasado cuando visité a algunas personas de avanzadísima edad para facilitarles las gestiones del voto por correo. Cuando bajas a la arena a torear, es cuando tomas el pulso real de la situación, se trata de personas que seguramente en su día lo dieron todo, y ahora necesitan ese todo de los demás.

Otra de las razones nace de observar en la puerta de un colegio a la hora de la salida de los niños. No es difícil detectar la gran cantidad de abuelas y abuelos que acuden felices y radiantes a recoger a sus nietos, en la mayoría de casos supera a la cantidad de madres y padres en las mismas tareas.

Mis palabras solo pretenden poner en valor al colectivo de personas mayores, muchos son los que aportan experiencia en la creación de empleo, en el fomento del deporte juvenil, en el voluntariado… etc. En resumen pueden y deben seguir compartiendo valores, esfuerzos y alegrías en esta sociedad que tanto lo necesita.

La edad es sólo un número, algo para poner en los registros. El hombre no puede retirar su experiencia, debe usarla. Con la experiencia se logra más con menos energía. (Bernard M. Baruch)

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