El Túnel: vocación por la elaboración artesana
El Túnel es actualmente una de las confiterías de referencia de la Comunidad Valenciana. Posiblemente el comercio en activo más antiguo de Alcoy, la confitería abrió sus puertas en el primer tercio del siglo XIX, cuando aún no había llegado el modernismo a las calles alcoyanas.
Antes de abrir El Túnel, Félix López y Gloria Salazar regentaban una confitería en Villena, adonde llegaron procedentes de Cataluña. Allí aprendió Félix el oficio de pastelero. Se inició en Sitges y posteriormente en Vilanova i la Geltrú, asistiendo en repetidas ocasiones a seminarios y cursos especializados en Francia, Bélgica y España. Su dedicación le valió para ganarse un puesto en el exclusivo y restringido club de Els Cavallers del Bon Dolç, donde apenas accedieron un par de docenas de confiteros de Valencia y Cataluña.
Se trata de una agrupación de pasteleros de la Comunidad Valenciana creada en 1989, que tiene como objetivos tanto el enriquecimiento profesional como preservar y elevar el nivel de la pastelería artesana, así como la continua actualización de sus miembros a través de la realización de interesantes cursos, talleres y coloquios.
“Nuestro espíritu y vocación es elaborar de manera artesana una amplia gama de productos típicos de Alcoy para satisfacer la demanda de nuestros clientes”, comentan desde El Túnel, una casa que destaca por su pastelería tradicional sin descuidar la pastelería de vanguardia, a fin de poder atender las necesidades de distintas generaciones. Para ello estamos reciclándonos continuamente ofreciendo nuevas elaboraciones tanto dulces como saladas.
Pudding de tomate o pescado, quiche Lorraine (de atún, sobrasada, cebolla, bacon y espárragos y jamón y queso), troncos salados, vienas rellenas surtidas, canapés… Repostería de mazapán surtida, caprichos dulces, nueces, almendras de turrón, orejones de chocolate, trufas, pasteles y bombones surtidos… Un increíble universo de placeres dulces y salados para satisfacer los paladares más exquisitos.
La pastelería cuenta con una espectacular fachada que intenta reflejar un palacete de Oriente: el mármol y la escayola se hermanan en columnas y relieve floral componiendo el arco de entrada. Por dentro nos llaman la atención las vitrinas con remates de bronce, el gran espejo que recubre la pared y la solemne lámpara central.