El Quijote
He leído ya tantos libros en lo que considero ya larga vida, que nunca he tenido la tentación de releer uno de ellos y solo me he saltado en una ocasión esta para mi sagrada norma. Se trata de un libro sobre uno de los viaje del Galeón de Manila o Nao de China, que atravesaba el Océano Pacifico de Manila a Acapulco en su tornaviaje, repleto de riquezas, que he leído en dos ocasiones, ignoro por qué, y no descarto hacerlo alguna vez más.
Hay tantos libros en este mundo, del que nos iremos sin poder leer, que considero no vale la pena repetirse, salvo en contadas ocasiones. Ni siquiera el más bello libro jamás escrito en este mundo: El Quijote, me ha merecido una excepción.
Recuerdo que lo leí en mi adolescencia, durante un verano, y prácticamente todo de un tirón. Entonces los jóvenes no teníamos televisión, y mucho menos: play station, PSvita, teléfonos móviles y todas esas virguerías que existen actualmente para entretener a los niños, y con excepción del cine o tirarnos piedras en la calle, la lectura era nuestro único entretenimiento por lo menos para mí. Eso indiscutiblemente facilitó mucho mi labor.
El Quijote los españoles siempre lo hemos leído tal y como lo escribió Cervantes, hasta que un tal Rico se dedicó a colocar a pie de página unas anotaciones que nos aclaraban no solo el significado de algunas palabra sino incluso párrafos enteros, y nos lo hicieron más comprensible.
Curiosamente los extranjeros nunca han tenido ese problema en su lectura, pues los traductores actualizaban muchas de las palabras y frases al concepto del siglo en que se encontraban, aunque fuese a cambio de meter la pata en muchas ocasiones. Un ejemplo es la de aquel escritor francés que al traducir la frase:”Tomó las de Villadiego”, que como está claro no todos saben que significa marcharse, lo tradujo como: “tomó las de un pueblecito de la provincia de Burgos”.
Ahora Trapiello, después de diez años de intenso trabajo, nos obsequia con una versión nueva y rejuvenecedora del Quijote, que quizás permita disfrutar de la lectura de este libro a muchos, pero seguro que no será del agrado de unos pocos.
El inicio del libro, que muchos se saben de memoria dice: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…” Se ha convertido en: “En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho un hidalgo de los de lanza ya olvidada, escudo antiguo, rocín flaco y galgo corredor…”
O esta otra. “…el resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con un vellorí de lo más fino.” Se convierte en: “…el resto de ella lo concluían un sayo de velarte negro y, para las fiestas, calzas de terciopelo con sus pantuflos a juego, honrándose entre semana con un traje a juego de lo más fino”.
Sí, pero no. ¿Qué quieren que les diga?