El oficio del formador

De sobra conocida. Es una de esas frases que aparecen en redes sociales, en el programa el hormiguero, en los sobres de café…. Es una de esas frases típicas y tópicas pero que, aunque la hayamos oído por activa y por pasiva, no deja de tener un rico caudal de realidad: “Mejor formar a un trabajador y que se vaya que no formarlo y que se quede”
No creo que exista en este momento persona vinculada a la empresa que no crea en la formación empresarial. Puede que haya más o menos oferta; puede que hayan prioridades y también puede que haya tanta oferta que el responsable de formación típico de la empresa media, ande un poco mareado con tanto ruido.

El lector me va a permitir que haga un ejercicio retrospectivo y viajemos al pasado. La formación empresarial nació al mismo tiempo que se desarrollaba la actividad empresarial en aquellas ciudades estado de la lejana Mesopotamia (hace más de 6000 años). Esta formación, puramente técnica, tenía como objetivo formar personas que pudieran posteriormente aplicar esos conocimientos adquiridos a la realidad y, si fuera posible, mejorar y evolucionar el oficio. Si el lector hace este ejercicio, se dará cuenta que esta manera de legar el conocimiento ha estado en vigor hasta no hace tanto. Los aprendices, tenían regulada su función en casi todos los talleres y fábricas del planeta, hasta los cazadores y recolectores del África más primigenia forman a los jóvenes en técnicas de caza, recolección, etc.

¿Tan poco ha cambiado la formación en el seno de una empresa? Pues lamentablemente, para la formación técnica, poco o nada. El maestro le dice a su alumno qué ha de hacer y cómo. Nada más. Instruir “personas herramienta” para que sean conocedoras de técnicas teórico-prácticas aplicables que continúen solucionando problemas y que, una vez interiorizadas, sean susceptibles de mejora y revisión.
Pero algo ha cambiado. Algo está cambiando desde que el ser humano está empezando a descubrir que aquellos trabajos que puede hacer una maquina y no llevan ni gota de imaginación van a acabar desapareciendo. El siglo XXI es el siglo de las personas y del “factor humano”.

Desde hace un tiempo a esta parte, y observando la escala temporal a la que nos referimos en este artículo, existe o, mejor dicho, se está empezando a revertir la dirección en la que se instruye esta formación y se está empezando a dar un hecho más que relevante. Si bien hasta hace relativamente poco, un consultor – instructor – especialista le decía a su alumno que debía de hacer (personas – herramienta), desde no hace demasiado tiempo, el protagonista de la formación empresarial deja de ser el docente y pasa a ser el alumno. “No te digo que has de hacer, te pongo el escenario para que tú solo seas el que se da cuenta de que es exactamente lo que tienes hacer”. Vivimos en un tiempo que la consultoría como tal se está viendo sustituida por la mentoría y el acompañamiento. Es de ahí, desde este punto, desde donde nace el coaching. A MI ENTENDER, ES LA HERRAMIENTA DE CAMBIO MÁS PODEROSA QUE JAMÁS HE CONOCIDO. Pero solo tiene un problema: Como es tan grande la capacidad de generar cambio, muchas personas poco informadas y poco formadas, han acabado confiando en supuestos coaches; lógicamente, no puede traer más que malas consecuencias. Los gurús, los influencers, los supuestos magos del managment afloran día a día porque hay muchísima gente buscando respuestas.

Mi recomendación en este sentido es muy clara: No te fíes de los charlatanes. No te fíes de los manas. No te fíes de aquellos que prometen resultados inmediatos sin hacer nada. El coaching es una herramienta poderosa si se usa bien. Ponte en manos de profesionales que hayan obtenido SOLUCIONES Y RESULTADOS comprobables. No te fíes de los leídos. Fíate de los que hacen cosas y generan cambio codo a codo contigo.

En este sentido, puedes emplear un pequeño truco que yo suelo usar (por mi oficio conozco a muchísima gente que raya la excelencia en el coaching y gente extraordinariamente mediocre). Cuando conozcas a una de estas personas y haya acabado alguna de sus formaciones, siéntate, para, reflexiona….. y hazte la siguiente pregunta. De lo oído hoy, de lo que he visto, ¿PUEDO APLICAR ALGO A MI PROYECTO QUE LO MEJORE?, ¿TENGO ALGUNA HERRAMIENTA DE CAMBIO A PARTE DE LA EMOCIÓN QUE ME HA SUPUESTO OIR A ESTA PERSONA? ¿MAÑANA PODRÍA EMPEZAR A IMPLANTAR ESTOS CAMBIOS?
Si no puedes hacer nada, si solo te ha generado emocionalidad y si únicamente ha sido capaz de subirte las pulsaciones, efectivamente, acabas de toparte con uno de esos VENDE HUMOS que tanto están desprestigiando uno de los oficios más antiguos del mundo, el oficio del FORMADOR.

Hemos repasado los orígenes de la formación empresarial y cuál es la tendencia actual en este ámbito. Tanto si la formación se hace desde fuera hacia adentro (formación clásica) como si se hace de adentro hacia afuera (formación más moderna) debes ser capaz de usar tu cerebro para pensar y preguntarte si lo oído, escuchado y hablado, dejando la emotividad a un lado supone en ti un CAMBIO TANGIBLE. Si es que sí, tienes un formador. Si es que no, tienes un perfecto charlatán y tu, en consecuencia un ignorante perfectamente motivado al principio y posteriormente frustrado porque, lógicamente, jamás sabrás cómo y por dónde empezar…..

Mucha suerte en la búsqueda

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