El dichoso celofán

Esto ya es un clamor popular y más que va a serlo, es un grito que ha dejado de ser silencioso, es un grito ejemplo de civismo, de unidad entre todos los agentes implicados en un tema que se presumía focalizado pero que es de interés general ya que el Centro de nuestra sufrida ciudad es un casco histórico de relevancia y como tal es el corazón de la ciudad.

Lo que se entendía como algo nimio y minúsculo en importancia ha resultado ser de elevado interés para la sociedad alcoyana por lo que el tratamiento debe ser tan escrupuloso como eficaz a la vez que valiente y rápido.

¿Quién dijo fácil? pero no imposible. Los mayores retos son aquellos que más difíciles se nos antojan, las mayores glorias son las victorias imposibles y a mayor esfuerzo y sacrificio mayor es el sentimiento de satisfacción por el trabajo bien realizado. Aquellos que por un motivo u otro tenemos intereses directos en el centro de la ciudad ya nos hemos “metido en faena” de forma seria, organizada y controlada; somos los peones, los que amontonamos los ladrillos, los sacos de arena y herramientas y estamos a la espera de que el capataz comience a dar las órdenes pertinentes porque estamos ávidos y necesitados de oír la sirena que indique el comienzo de la obra, pero esto parece que ha dado un vuelco total, las tornas se han cambiado, los operarios se calzan el mono de trabajo con ilusión y los señores del casco con los planos siguen trazando líneas pero no aparecen por la obra. ¡Atención, que la sirena hace horas de debiera haber sonado y hora no trabajada es hora perdida, hora no cobrada¡ y nosotros necesitamos trabajar.

Todos debemos ir amoldando nuestro discurso a las circunstancias sin cambiarlo en su fondo y ahora desde una parte toca aportar ideas, limar aristas y seguir actuando de un modo acorde a las reacciones que nuestro ayuntamiento vaya adoptando, pero sin abandonar la vigilia y desde la otra parte toca asimilar y estar en actitud receptiva y no defensiva, al margen de trabajar, que me consta que lo hacen y es como el valor en la mili, que “se le supone”.

Se dice, pero parece ser que sin tenerlo muy asimilado, eso de que todos buscamos lo mejor y deseamos el mismo fin, aunque lo que distorsiona el ambiente es el prisma o la óptica a través de la cual se mira la realidad, según el color elegido de toda la banda multicromática existente, un mismo objeto se intuye completamente diferente y convendrán conmigo en que la única diferencia admisible debiera ser su color pero no la forma del objeto sometido a los diferentes celofanes de colores.

Alcoy nos puede parecer grande o menudo según lo observemos desde el Preventorio o desde la Font Roja, pero su tamaño es el mismo aunque su número de habitantes disminuye mientras nos desplazamos de un lugar a otro. Es facilísimo caer en la demagogia que tantos males provoca, es más fácil aún caer en revanchismos y tirrias personales a causa del dichoso celofán, pero a pesar de todo debemos seguir trabajando con coherencia, ahínco, honestidad y con mente abierta al diálogo y a la comprensión de las ideas ajenas.
Sumar y sumar es la premisa que todos debemos asumir.

No dudo de la buena fe de los directores de la obra pero hay que exigirles eficiencia, eficacia y emergencia ya que sólo en sus manos está la posibilidad de ir avanzando. Debemos aprovechar este momento de concienciación colectiva para establecer las sinergias y recabar los apoyos necesarios; instituciones, entidades, grupos políticos, técnicos, arquitectos, vecinos, comerciantes y ciudadanía en general. Es algo que a todos nos importa, es ahora el momento y no más adelante; la historia se va escribiendo en presente para ser leída en tiempo futuro y el año 2016 debe ser el punto de inflexión, la chispa que encienda la gran traca: “En 2016 el gobierno de la ciudad, apoyado por toda la oposición y con el respaldo de toda la ciudadanía, se pusieron en pié y lograron esto que ustedes pueden ver hoy.

Aquellas gentes supieron leer lo que la ciudad necesitaba”. Si no con estas palabras puede ser con algo parecido, pero algo así deben poder contar los guías turísticos a los visitantes del futuro. Un futuro que siempre depende del pasado y ahora más que nunca, del presente.

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