Dolor y gloria
Tan huérfano estaba el Collao de exhibiciones como la que protagonizó el Deportivo ante el Vilamarxant el domingo que al final del encuentro la afición no supo cómo celebrar el 6-0 conseguido. Se escucharon aplausos para despedir a los jugadores pero no hubo el entusiasmo ni se celebró de igual manera que por ejemplo se festejó el empate a dos contra el Intercity en el primer del año, y eso que era un resultado que en teoría favorecía al rival que acababa de llevarse un punto del feudo del líder. Pero ese día la grada quiso reconocer la reacción y el carácter demostrado por el equipo frente a un rival de campanillas que le exigió y le hizo sacar el orgullo y su mejor versión para conseguir sumar un punto. La superioridad que demostró el Deportivo frente al Vilamarxant, generó entusiasmo al principio viendo que los goles caían con tanta facilidad, luego cierto conformismo y al final un poco de indiferencia tras ver que el partido fue perdiendo emoción hasta decaer por completo en su tramo final. Está claro que no se puede pedir todo, seis goles no son fáciles de conseguir ni en Tercera, ni en Regional, ni siquiera en un partido de niños porque el fútbol cada vez está más igualado. Personalmente me quedo con la actitud del equipo y la ambición que demostró planteando un partido a tumba abierta que resultó ser toda una gozada en el primer tiempo. Ver que jugadores como Jorge Moltó, que últimamente había perdido el rumbo y andaba desubicado en el equipo, fue de menos a más e hizo un partido muy completo. O a Óscar Díaz recuperar galones y verle otra vez como el futbolista diferencial que es en esta categoría, lo mismo que es una gozada disfrutar del gran momento que atraviesa Acevedo o el estado de gracia cara al gol de Pau Franch. Aunque si tuviera que quedarme con dos nombres propios, personalmente me cautivó la actuación de dos veteranos como Navarro y Jony Ñíguez, que estuvieron sublimes, de otros nivel futbolístico. Lo de ambos fue un escándalo por actitud y lectura del juego.