Diego Mir

Hace mes y medio, justo la semana después de fiestas, cuando la directiva del Enrile nos convocó a los medios para hacer oficial lo que empezaba a ser un secreto a voces, reconozco que sentí cierta desazón y me marché pensativo de la rueda de prensa. Me dolió y así se lo transmití al propio Diego Mir que doce años quedaran en un simple abrazo entre presidente y entrenador y un emocionante discurso de despedida. Eché en falta que a su lado no estuviera la totalidad de la plantilla, ni siquiera una amplia representación de la directiva, ni tampoco los impagables Lionel Grau y Enrique Rico.

Creí que el personaje en un momento así, emocionalmente tan comprometido, no lo afrontara rodeado del calor de los suyos. Y ahí me quedé, con cierto hormigueo en el estómago porque pensaba que se pudo hacer de otra manera, que la trascendencia del personaje merecía un adiós con otro calado. Sin embargo, el sábado comprendí que estaba equivocado, que si bien me mantengo que aquella rueda de prensa debió de adornarse de otra manera, la dimensión de Diego Mir va más allá de la estadística fría de esas doce campañas dirigiendo la nave azulgrana, y que se marcha alguien que ha entrado en el corazón de mucha gente y aficionados al hockey.

A Italia no se marcha un entrenador cualquiera, se va una persona que ha trascendido más allá de lo que es un técnico de equipo, con sus aciertos y sus manías que podrán gustar más o menos. Para siempre quedarán esos aplausos de despedida de una afición que es sabia y que demostró saber estar con su equipo cuando más lo necesitaba, erigiéndose en un apoyo vital en la permanencia del sábado. Estoy convencido de que no es un adiós, que es un hasta pronto.

Para siempre quedará esa imagen con Diego Mir en el centro de la pista, golpeándose su corazón con la mano derecha y devolviendo los aplausos a la grada sin separarse de su pizarra magnética.

Empieza otra etapa en el Alcodiam, otro ciclo que no sabemos dónde nos situará en la denominada mejor liga del mundo. Mientras eso acaba sucediendo, disfrutemos del legado que nos deja una persona que entró por la puerta pequeña del club como jugador y que se marcha con el respeto y la admiración de todos. Presto Diego.

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