Del blanco al negro
La pasada semana el gobierno municipal anunciaba la excelente noticia de que el Ayuntamiento o, lo que es lo mismo, los alcoyanos, no teníamos que indemnizar con cuatro millones de euros a Ortiz por decidir el Consistorio no construir el bulevar que proyectó.
Un gran anuncio, sin duda, pero que me ha hecho pensar en cómo funciona la Justicia. ¿Por qué? Pues porque un Juzgado falló a favor de Ortiz e incluso aceptó que el Ayuntamiento tuviera que empezar a pagarle, y ahora el Tribunal Superior de Justicia cambia y resulta que el Consistorio lo ha hecho correctamente y ya no tiene que pagar ni un euro. ¿Qué pasará si se llega al Supremo?, me pregunto.
Vaya por delante que, como ciudadana de a pie, desconozco el funcionamiento judicial, y seguro que hay mil y una razones para explicar por qué se dan este tipo de situaciones, sin centrarme en un caso concreto. Y no dudo de que las explicaciones que se me den sean razonables, pero no por ello voy a dejar de pensar hasta qué punto la subjetividad y la interpretación juegan un papel tan destacado en algo que yo considero que debe ser o blanco o negro.
Desde el momento en que se puede recurrir a instancias superiores queda claro que puede variar un veredicto, pues de lo contrario no haría falta ir de aquí para allá con recursos a la espera de un cambio que favorezca a la parte que lo presenta, pero esto no implica que deje de preguntarme cómo es posible que uno pase de ser inocente a culpable o viceversa. Entiendo matices, variaciones puntuales, pero no un cambio radical. Y también me pregunto cómo es posible que, si alguien se ha equivocado –todos nos equivocamos, yo la primera sin duda– y queda demostrado con pruebas objetivas, no pase nada, no se tome ninguna medida.
Estoy convencida de que los responsables de impartir Justicia siempre actúan de manera ecuánime, ni remotamente se me ocurre imaginar lo contrario, pero lo cierto es que cuando se producen estas contradicciones en los fallos no puedo dejar de pensar en la inquietud que me produce todo un mundo que se me escapa de las manos.