Consejos para hacer ‘feliz’ a nuestro perro

Todos aquellos que compartimos nuestro día a día con un perro deseamos poder darle la mejor calidad de vida posible, pero ¿sabemos realmente cómo hacer feliz a un perro? Hoy os traigo 5 cuestiones a tener en cuenta para ofrecerles una vida plena.

Necesidades físicas

Comer, dormir, ir al veterinario, salir mínimo tres veces al día para hacer sus necesidades… hasta aquí todo muy lógico. Una forma en la que podemos mejorar su calidad de vida en este aspecto es cuidar las formas en las que el perro realiza cada una de estas cosas: comer tranquilamente, sin estrés y sin que nadie le moleste, enseñarle a no engullir la comida –que puede derivar incluso en torsiones de estómago y problemas intestinales–; entrenar manejo y protocolos veterinarios para que a nuestro perro no le suponga un estrés acudir a sus revisiones –y por supuesto, nuestro veterinario reduzca su tasa de mordiscos anual–; enseñar a nuestro perro a caminar sin estrés por la calle y disfrutar de los paseos, y por supuesto entrenarle una buena llamada para poder soltarlo y que así pueda satisfacer sus necesidades de una forma más relajada y “perruna” –acuérdate, los perros deben ir sueltos en exteriores al menos una vez al día–.

Necesidades etológicas

Los perros son una etoespecie del lobo, y al igual que su ancestro, son animales sociales. Esta cuestión para no ser relevante, pero es de suma importancia. Los animales sociales están genéticamente programados para vivir en sociedad. Ésto quiere decir que la mejor manera de hacer infeliz a tu perro es tenerlo muchas horas solo en casa y no enseñarle a relacionarse con sus congéneres y/o con otras personas. El mito de que un perro es más feliz en una casa con jardín es totalmente falso. Un perro puede vivir en un piso diminuto; mientras esté acompañado y tenga saciadas sus necesidades físicas y psicológicas, no habrá ningún problema. De hecho, yo vivo en una casa con 12.000 metros de terreno, y mis tres perros –y mi gato– se pasan el día pegados a mis pies, esté donde esté.

Y aquí no acaba la cosa, los perros necesitan sentirse integrados en un grupo, es decir, necesitan realizar actividades en conjunto con su familia, ya sean salidas a la montaña, deportes caninos o cualquier actividad que satisfaga su necesidad de sentirse parte de una familia.

Necesidades psicológicas

El ejercicio físico está bien, libera tensión –aunque depende cómo se practique, también la genera– pero lo más importante para hacer feliz a tu perro es realizar ejercicio físico y mental de una forma equilibrada. Por ejemplo, jugar a tirarle la pelota media hora en el parque de una forma repetitiva y descontrolada lo único que producirá será que tu perro sea cada vez más resistente al ejercicio físico y que se obsesione con la pelota, de hecho, lo más probable es que vuelva a casa más excitado de lo que salió. En cambio, jugar 10 minutos durante el paseo a “buscar con la nariz”, lo que en entrenamiento canino llamamos “usar la trufa” le dejará agotado mentalmente y físicamente, además de ser una práctica mucho más “perruna”.

Otras opciones en las que se combina de forma fantástica el ejercicio físico y mental es el Agility o el Disc dog.

Necesidades del entorno

Un perro necesita tener, en primer lugar, un sitio asignado en casa en el que nadie le pueda molestar, ni siquiera nosotros. Es una fantástica opción para cuando recibimos visitas en casa o hay algo en el ambiente que le asusta o estresa, si nuestro perro dispone de este espacio, le estamos ofreciendo una forma amable de decir “necesito estar solo y tranquilo”. Si no le damos esta opción, la forma más “perruna” de decir ésto sería gruñendo o incluso mordiendo.

Por otro lado, los perros adoran las rutinas, por ejemplo la hora de comer, la hora de los paseos, sus amigos del parque, etc. Ésto no quiere decir que no le expongamos a situaciones nuevas y estimulantes de vez en cuando, pero para que nuestro perro pueda predecir mejor qué va a ocurrir a continuación en sus días poco estimulantes, es conveniente crear unas rutinas.

Respecto de sus necesidades particulares como raza y como individuo, los Galgos y sus ataquitos de carreras, los Retriever y su obsesión por el agua y por llevar algo siempre en la boca, los pastores y su obsesión con mantener controlados estímulos que se mueven, los Beagles y su obsesión por rastrear…

Como ya sabemos, el perro es la especie con mayor variabilidad en cuanto a tamaño, forma y comportamiento del mundo, por lo que las razas son tan dispares entre sí que podrían considerarse animales diferentes. Es nuestra obligación conocer las particularidades genéticas de nuestro perro, ya sea de raza o mestizo –conozco muchos mestizos con niveles elevadísimos de algunos instintos que en teoría solo serían de raza–, y ofrecerle oportunidades para saciarlas.

Por otro lado, aunque la raza influye –y mucho– en el comportamiento de nuestro perro, cada perro es único en sí mismo, y es asimismo nuestra obligación conocerle para poder ofrecerle situaciones acordes a sus necesidades particulares. Por ejemplo, Amelie, mi Golden Retriever, es una perra que cogí en teoría para el ámbito de la Terapia Asistida con Animales, ya que los Golden son perros tranquilos, muy sociables y sin miedo a nada. Pues como digo yo, a mi me ha salido una Golden Collie; es decir, Amelie adora trabajar en Terapias asistidas, pero adora más los deportes activos, como el Agility o el canicross, más propio de los Border collie; por lo que es mi obligación ofrecerle entrenamientos de este tipo de actividades continuamente.

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