Cinco años de la pandemia: bendita hemeroteca
El 14 de marzo de 2020 se declaró en España el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19 y la pandemia declarada por la OMS unos días antes. ¿Recuerdas qué pensaste y sentiste entonces? Hace ya 5 años de ese experimento psicosocial a escala mundial y todavía ese ensayo de ingeniería global sigue siendo tema tabú entre amigos y familiares, sigue habiendo censura y represión en los medios oficiales y en las opiniones más populares. ¿Qué pasó realmente? ¿Quiénes fueron, y son, los responsables? Ante el mayor crimen de lesa humanidad, la impunidad y el mirar para otro lado sigue resultando para algunos una obscenidad. Sea lo que fuere, inversión perversa de metáforas y valores, estafa genocida de la farmafia y negocio oportuno de las élites, tomadura de pelo en toda regla a listos, tontos y divergentes, confitamientos de la granja humana con gel, bozal y distancia de seguridad, el esperpento doliente de colegios como vacunódromos infantiles, de hospitales como clínicas de muerte, de residencias de ancianos como criptotanatorios, curvas, olas, porcentajes, tasas de muertos sin el adiós de sus vivos, vivos como muertos en vida con la mirada perdida, aislamientos forzados y absurdas formas de propagación, horarios de descanso, paseo y visitas, en el balcón, por el día, muchos vecinos policías, por la tarde, aplaudiendo fuerte para ahuyentar su miedo y desesperación, dosis de refuerzo, asintomáticos egoístas e insolidarios, cartillas de vacunación, pasaporte de la vergüenza para tomar un café, para viajar, para trabajar, codos para saludar, abrazos de plástico asépticos llenos de miedo, desmayos, mareos, epidemia de salud mental, muertes súbitas, enfermedades raras, arrepentinitis y mucho más… ¿Qué lejos queda todo eso para muchos, no? Bendita hemeroteca, para mi no. Para mi siguen las cuentas pendientes y siguen los efectos secundarios de las “vacunas” en su largo plazo multiplicándose y expandiéndose…
Negacionistas, conspiranoicos, disonantes librepensadores y anacoretas solitarios, funcionarios díscolos, cada uno a su ritmo y como pudo con su propio latido, fuimos saliendo del armario aún siendo en ese momento bien pocos y sintiéndonos bien solos, y a menudo acosados y perseguidos… Recuerdo el aluvión de críticas cuando este periódico se atrevió a publicar mi artículo “No estoy vacunado, pido perdón” ¿Dónde están hoy todos esos críticos? Poco a poco esas voces disidentes se escucharon unas a otras, nos miramos esos pocos y vimos que no estábamos tan solos… Hoy, somos Legión. Algunos nos llaman inconscientes, otros «pura sangre» por no meter en nuestro cuerpo un experimento farmacéutico que nos vendieron como urgente remedio. Aún a día de hoy, algunos lo siguen creyendo. Otros, en cambio, en secreto admiran la valentía que mostramos ante el golpe tan inesperado y de tal calado, algunos familiares y cercanos reconocen en la intimidad su craso error y se pasan a nuestro bando acabando con un “no lo volvería a hacer”. Otros abiertamente aún se ríen de nosotros cuando sacamos el tema, nerviosos e incómodos, con discreto rencor, en su ignorancia más recalcitrante, aquella que no quiere reconocerse ni teniendo un espejo delante. La pandemia fue de ignorantes y sirvió para que muchos miraran su reflejo bien adentro y, al menos, reconocieran lo que son. “Sólo sé que no sé nada”, reconocer la propia ignorancia, hizo a Sócrates el más sabio de Atenas. Así que les salió el tiro por la culata: su golpe brutal nos hizo un poco más sabios y un poco más fuertes… 5 años después la guerra psicológica y espiritual continúa con viejos y nuevos frentes… Pero cada vez somos más, así que allanemos el terreno para los que vienen detrás… Ellos a lo suyo, y nosotros a lo nuestro. Nuestro cuerpo es un templo, nuestra alma, no, no se vende, somos soberanos de nuestro reino, ese espacio que al compartirlo de forma natural crece, se expande, brilla y embellece… Algunos lo llaman Amor.
Alejandro Roselló, profesor catedrático del IES Cotes Baixes (Alcoy).