Barrabás

Un año más ha pasado la semana santa y con ella una de las tradiciones más estúpidas que hay: el indulto. Por algún motivo se ha mantenido esta costumbre desde tiempos ancestrales y no solo tenemos que aceptarla si no que encima nos tiene que parecer bien.

Para entendernos, un señor hace algo malo, tan malo que sus actos lo llevan a prisión. Pero no pasa nada, una cofradía intercederá por su pobre alma para que en semana santa el gobernador lo libere de sus cadenas y vuelva a ser libre, porque perdonar está bien… Pues perdónenlo antes de meterlo en prisión. Siempre justifican que eran cargos menores y eso me hace mucha gracia porque un juez ha estipulado que sus actos han sido, como mínimo, lo bastante graves como para entrar en prisión.

Este año han sido solo 11 los indultos aprobados frente a los 21 del año pasado (aún debemos dar gracias).

No voy a poner en duda la honorabilidad de la gestión. Estoy seguro de que todos estos indultos son concedidos a gente desconocida con la que nadie en ningún cargo de poder tiene relación alguna, eso por supuesto… Tampoco voy a ser suspicaz ante el hecho que todos los años se haga pero solo me entere cuando lo busco a fondo pues en portadas y noticiarios se obvie la noticia. De todas formas sí que sospecho que es un acto que parece maquiavélicamente oculto para que nadie lo lea y le siente mal.

Sinceramente creo que es una cosa que debería dejar de hacerse. Una cofradía no puede tener más poder que un juez, esto es así. Pero… si se tiene que hacer… hagámoslo bien. Nada de varios indultos. Solo se tiene que conceder uno al año. Por supuesto solo existirían dos candidatos para ser liberados, uno elegido por el gobierno y otro elegido por el pueblo. Quiero ir a la plaza y que me exhiban a los dos reos y me pregunten en voz alta a quién quiero liberar. Quiero oir rugir a la gente el nombre de Barrabás. Quiero que se haga a lo grande, que se convierta en patrimonio de la humanidad por la Unesco y que la gente venga del extranjero para ver este acto de “interés turístico internacional”. Incluso se podrían hacer indultos infantiles para los menores de edad, el “indultat infantil”.

Por supuesto el reo no elegido acabará crucificado o lapidado. ¿Por qué nos quedamos con unas tradiciones y no con las otras, como apalear?
Dejémonos de tonterías y de que nos engañen con falsos hechos.

La liberación de presos es anterior al cristianismo (¿recordáis lo de Jesús y Barrabás? Pues ahí el cristianismo aún no existía…) así que no dejemos que las cofradías elijan a quién “queremos” libre. Reclamemos el derecho a elegir a nuestro Barrabás. Quiero a mi ladrón libre, no a tu blanqueador de dinero. Quiero libre a la mujer que gastó una tarjeta de crédito que no era suya para comprar pañales, no al que ha robado con violencia.

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