Así vamos, mal

Chicote está en Alcoy para grabar uno de los capítulos de Pesadilla en la Cocina que emite La Sexta. Tranquilos, porque la festa en esto está a salvo. El madrileño no ha venido al rescate de ningún conserje de filà desbordado por cientos de comensales en pleno Mig Any. Ni su misión aquí tenía que ver con el concurso de Olleta Alcoiana, aunque seguro que el mordaz chef le habría sacado partido al concurso culinario de haberse pasado por la Glorieta.

Aunque la pesadilla y no en la cocina la tenemos en estas comarcas con el tren. Dice el diputado autonómico Lluís Torró que la “línea Alcoy-Xàtiva pende de un hilo”. Lo dice Torró y lo rubricamos aquí desde el primero hasta el último. No ahora, desde hace años. Su partido ha presentado una enmienda a los presupuestos del Estado para reclamar inversiones más allá de los cien mil euros que se incluyen todos los años y que ni siquiera se gastan. Lo del tren es una burla constante de las administraciones a los ciudadanos de estas comarcas. Y parece que no se dan cuenta. Como lo es que los alumnos de El Bracal lleven siete años en esas aulas prefabricadas a la que los políticos eluden llamar barracones, pero que no son más que eso. Por muchos pupitres y pizarras que se les ponga en su interior. Que se lo digan a escolares y profesores cuando llueve.

Lo del colegio San Juan Bosco de Cocentaina, que lleva 25 años reclamando la unificación del centro en un solo edificio, es otro de los monumentos a la ineficacia de la clase política de esta Comunitat. Tras infinidad de actos de protesta, cientos de reuniones, miles de días transcurridos y firmas recogidas, al alcalde de Cocentaina, Rafa Briet, le ha prometido la consellera de Educación, María José Catalá, que el nuevo centro se licitará en febrero o marzo. Sería para estar dando botes de alegría, para que tocasen las campanas y que la Unió Musical y el Ateneu protagonizasen un pasacalle conjunto. Pero no. Nula credibilidad debe tener una promesa de este tipo, a meses de las elecciones, cuando nadie ha festejado el anuncio. Y tan mal están las cosas que el PSOE impulsa la firma de un código ético para demostrar su compromiso con una honradez que debería ir íntimamente ligada a los administradores públicos. Pero no. Y así vamos, mal.

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