Asesores y expertos
La persona juiciosa, prudente, adjetivos que suelen asociarse a inteligentes, a los que llamamos maestros, ante cualquier duda, problema o conflicto que se les presente, se aconsejan por algún acreditado profesional sensato, para lo que nuestros ancestros instituyeron los exclusivos cuerpos de eficaces profesionales de determinados cargos oficiales, a los que se accede tras aprobar los pertinentes exámenes. A cuyo fin se convocaban oposiciones y concursos para cubrir plazas y altos puestos en los ministerios, cualesquiera otros organismos oficiales y desde luego para destinos en diputaciones y ayuntamientos. Y crearon los cuerpos de abogados del estado, técnicos especialistas, de secretarios de ayuntamientos, de interventores y depositarios. Oposiciones y concursos que eran difíciles, ya que se pretendía que ingresaran los más preparados, los mejores.
Así pues, desde el más mínimo dilema, la menor duda, inclusive el mayor problema o embrollo cualquier político sabía, y tenía muy claro, quién le resolvería la papeleta, allí estaban sus asesores profesionales, que habían estudiado una carrera universitaria y aprobado unas reñidas oposiciones. Podía darse el caso, nada frecuente, de que en un tema o problema muy técnico fuera conveniente recurrir a un especialista o perito externo, contratándose al que se estimara más reputado.
De esta forma se funcionaba cuando no había más de trece o catorce ministerios. Pero al descubrir la democracia, y las altas esferas tener a bien convertirla en partitocracia, todos los partidos políticos asumieron la loable labor de mutarse en agencias de empleo. Y, considerando la antigua norma desfasada, se decidieron a hacer acopio de regimientos de asesores, miles y miles, elegidos por rigurosísimo sistema digital –dedazo-, imprescindibles sueldos estrafalarios, sin necesidad de acreditar conocimientos, sólo una norma de obligado cumplimiento: bajo ningún concepto los capacitados asesores propondrán nunca bajar impuestos, a lo sumo subvencionar unos centimitos, con la condición de que el preceptivo IVA se calcule y pague antes de restar el beneficio de esos centimitos, o sea que de los céntimos también se pague el IVA, asimismo cuidarán muy mucho de subir los impuestos, e imponer nuevos.
Líbreme Dios de objetar en contra de este eficaz sistema de nombramientos, ya que con estos asesores la mayoría de las veces no es necesario convocar al consejo de ministros, ni molestar al parlamento, para decisiones que afecten a la maltrecha economía, o determinaciones de política internacional, así como para giras e intervenciones a lo “Sopa de ganso”, puesto que escogerán al inmejorable Marx, el más auténtico, y en cuanto a los expertos, que ya los hay, ya no los hay, o no los hubo, recurrirán al inspector Clouseau, más que lince pantera, o bien a Stan Laurel y Oliver Hardy.
Genial y divertidísimo. En Europa, en Marruecos y Argelia están descojonándose.