Alcoy, eje de la desindustrialización. SALVA PÉREZ
“Industria” puede parecer una palabra ambigua dependiendo del contexto y la utilización que se dé. Sobre todo, crece su ambigüedad si la utilizan los políticos. La Real Academia Española otorga cuatro acepciones a dicha palabra: 1. Maña y destreza o artificio para hacer algo. 2. Conjunto de operaciones materiales ejecutadas para la obtención, transformación o transporte de uno o varios productos naturales. 3. Instalación destinada a estas operaciones. 4. Suma o conjunto de las industrias de un mismo o de varios géneros, de todo un país o de parte de él.
Desde principios del siglo XIX, cuando el Rey Carlos IV concedió por real cédula el título de “Real” a la fábrica de Paños por ser la productora de los tejidos que utilizaban los ejércitos reales, Alcoy empezó a formar parte de las acepciones de la palabra “Industria”. Pero fue a mediados de dicho siglo cuando se consolidó Alcoy como significado de “Industria”. Hablar de industria era hablar de la Villa de Alcoy.
Pasaron los años y en la ciudad se fue creando maña y destreza de todo tipo: textil; conservera, especializada en aceitunas rellenas; cosmética; bebidas espirituosas… y un largo etcétera. Incluso se fundó, por los miembros de la Real Fábrica de Paños, el Establecimiento Científico Artístico, antesala de lo que llegó a ser la Escuela Industrial. Alcoy empezó a ser referente de mano de obra por lo que millares de inmigrantes llegaron desde diversos puntos del país. El crecimiento económico y demográfico de la ciudad era considerable; desde principios del siglo XX hasta mediados del mismo la ciudad había duplicado su población. Alcoy se había industrializado y convertido, como fue conocida en su día, en “La pequeña Barcelona”.
El tiempo no se detuvo. Los años pasaron y llegó la decadencia industrial. No sabría decir cuando empezó el declive. Pero si recuerdo a un gobierno municipal de izquierdas que, mientras se cerraban empresas, él sólo se dedicaba a crear parques por la ciudad. Después, recuerdo que llegó la derecha, y que, mientras se cerraban empresas, en la ciudad se construían pisos por doquier. En la actualidad, ha llegado nuevamente la izquierda, aunque no sola, sino con socios. Y mientras se cierran empresas, se crean proyectos absurdos, sin sentido y que acaban en los tribunales como el caso de la peatonalización del centro.
Siempre nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Pero en Alcoy no truena, caen chuzos de punta. El aspecto industrial de la ciudad es deplorable; industrias legendarias como Rodes, Matarredona, Carbonell y Ferrandiz, Hermanos Monllor, La Estambrera desaparecidas. Funesto es el aspecto del Tossal con todas esa fábricas derruidas. Y, por supuesto, no menos triste es bajar al Molinar; convertido en un vertedero de escombros.
Hace unos días se ha realizado un congreso en la ciudad sobre industria. En cual se ha hablado mucho sobre reindustrializar y fomentar la industria para la recuperación económica. Que fácil es hablar de reindustrialización cuando se está en un congreso y se prentende agradar al resto cuando la realidad es bien distinta. En nuestra ciudad, desde hace muchos años, no se habla en esos términos. En vez de crear industria, se ha destruido industria y la existente se ha dejado perder.
Alcoy fue en su día uno de “Els eixos industrials de l’arc meditarrani”. Hoy la ciudad es una acepción de la palabra “desindustrialización”. En estos momentos es “Eje de la desindustrialización”.