A no más tardar

Al empresario Enrique Ortiz se le esperaba el lunes en el juzgado nº 2 de Alcoy, donde estaba citado para declarar y aclarar los cargos que se le imputan por los sobrecostes en la reforma del teatro Calderón. Se le esperaba. Y esperándole nos quedamos todos, los periodistas y, por supuesto, su señoría. Ortiz no apareció. Nada importante, debe haber pensado el promotor alicantino, al que se le acusa de haber hinchado cuatro facturas que a los alcoyanos, dice un informe pericial, nos han costado 1,2 millones de euros. Poca cosa para la economía de la mayoría de los mortales, entre ellos Ortiz, que a buen seguro debe hacer muchos números para llegar a fin de mes.

Habituado a estas cosas, en realidad se le reclama el montante de unos trabajos que no aparecen por ningún lado, porque no se hicieron, pero sí se cobraron. Un caso de Poltergeist, digno de ser investigado por el mismísimo Iker Jiménez. Para el constructor, peccata minuta. Seguro. Por eso el lunes mandó a un representante que no fue aceptado como animal de compañía, por lo que, se supone, será de nuevo citado a declarar.

A Ortiz nos quedamos esperándole. No se presentó en el juzgado para aclarar por qué presentó facturas por valor de 1,2 millones de euros en obras que, afirma un informe, nunca se realizaron o ya se habían cobrado. El despiste, que seguro que se trata de eso, nos ha costado a cada alcoyano algo menos de veinte euros. En realidad una miseria. Y seguro que Ortiz tendrá una buena excusa para justificar tal desliz contable. Pero ya está bien. La cuenta de los sobrecostes del Calderón los alcoyanos la saldamos, con un ya lejano gobierno del PP a finales del 2008.

El lunes esperábamos que Ortiz, ya que no la ha dado el PP, diese una explicación. Pero ni se dignó en venir. En realidad, lo que estamos esperando todos los alcoyanos es que se pronuncie la justicia. Y que lo haga a no más tardar.

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