A los trabajadores esenciales

Cierro los ojos y, unos 365 días después rememoro imágenes del pasado, la gran mayoría de nosotros encerrados en casa sin equipos de protección, sin conocimiento, sin pautas, sin vacunas y con el sistema sanitario colapsado. Nos cansábamos de infundirnos ánimos, de enviar mensajes, de realizar videollamadas, convencidos que, de ésta saldríamos mejores, salíamos a los balcones y se admiraba (yo los sigo admirando y admiraré) a colectivos denominados esenciales, y , perdónenme si olvido alguno, cuerpos policiales, médicos, enfermeras, equipos sanitarios, trabajadores de supermercados, bomberos, militares o educadores.

A todos ellos nos encomendábamos, y, mientras iba pasando el tiempo y tuvimos suficientes equipos de protección y volvimos a una cierta normalidad, la ciencia, pese a los políticos ejerció el milagro, y, en tiempo récord recibimos las primeras vacunas. Entonces olvidamos y nuestros políticos volvieron a su habitual prepotencia, los alimentos se dispararon de precio, y no salimos mejores.

Ellos, los esenciales, fueron los primeros (salvo deshonrosas excepciones políticas) en recibir las primeras dosis vacunales, las que disponíamos, las que teníamos, no importaba la marca, lo importante era cumplir con la pauta marcada en su prospecto.

Estos colectivos esenciales, cumplieron escrupulosamente su trabajo por encima de sus obligaciones. Nos dieron consejo, nos ayudaron, apoyaron, limpiaron y desinfectaron hasta la extenuación, trabajaron, trabajaron y trabajaron, no durmieron, y siguieron trabajando. Mientras nuestra paupérrima clase política gobernante seguían tomando decisiones que se basaban en datos que, cuanto menos resultan curiosos y poco o nada fundamentados, pero desde luego no eran decisiones científicas. Pasaron los meses y volvimos a lo de siempre, disputas fraternales entre comunidades, decisiones encontradas, todo por la pasta y olvidemos a nuestros ciudadanos.

Y pasan los meses, y nuestros trabajadores esenciales vacunados Astra Zéneca, siguen sin disponer de su merecida y obligada dosis, y nadie los escucha, ¿ya no son esenciales nuestro maestros, cuerpos policiales y bomberos o sanitarios?

Mientras, nuestros políticos miran hacia otro lado, tomando decisiones geopolíticas que nos van a costar muchos millones de euros, ( pero como luego no rinden cuentas…) no hacen caso a prospectos, estudios, datos, no hacen caso a científicos médicos y agencias estatales, europeas y mundiales, están en posesión de su verdad absoluta, y además amenazan públicamente a nuestros trabajadores esenciales “Si no se vacunan con y como yo digo, ya veremos cuándo se vacunan”, y, eso, cuanto menos es amenazante y denunciable y preocupante, desde luego, si fuera mi caso, no volvía a introducir un voto en las urnas nunca más.

Ahora públicamente hasta la vicepresidenta de nuestra Generalitat, nos dice que nunca hemos preguntado por la marca de las vacunas… y que deberíamos confiar en el sistema público. Señora Oltra, señora Darias, permítanme contestarles, nosotros, los españolitos de a pie, cuanto menos nos hemos informado, hemos leído los prospectos y hemos cumplido con ellos, y, por supuesto que creemos y confiamos en el sistema público, en nuestros sanitarios, educadores y fuerzas de seguridad, pero en ustedes, en la actual clase política no.

Espero despertar esta próxima semana y que todos y cada uno de los Esenciales, estén ya citados para su merecida segunda dosis, por la vía de urgencia, sin amenazas, sin más demora.
Yo aprovechare esa cita para agradecerles su labor y rendirles mi más sincera admiración. Gracias a todos y cada uno de los que sois realmente esenciales.

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