Sí eran posibles

Era posible. Claro que era posible. Era cuestión de voluntad política, de poner en lo más alto de las prioridades aquello que de verdad puede hacer de nuestra Comunitat un espacio de convivencia en desarrollo, avanzando, y lo más importante, sin que nadie se sienta excluido.

Y es que, pese a la losa que sigue suponiendo para la activación de la Comunitat Valenciana tanto la infrafinanciación y la infrainversión que sufrimos por parte del Estado (así como la inmensa deuda heredada de los gobiernos del Partido Popular), los presupuestos con los que el Consell va a trabajar este 2018, ofrecen la mejor versión de un gobierno progresista, solidario y comprometido con el desarrollo de quienes vivimos en esta tierra, y que tiene como base principal el Pacte del Botànic.

Protección sin complejos del Estado del Bienestar y apuesta decidida por un crecimiento económico continuado, a la vez que sostenible, con una fuerte apuesta por la formación y la educación como base de nuestro presente y nuestro futuro. Esa es la clave de unos presupuestos conjugados para mejorar la vida de las personas. Y lo hacen con claridad, de manera decidida. Unos presupuestos que inquieren con fuerza un alto ¿y por qué no?.

Sí, ha sido posible hacer el mayor presupuesto de la historia. Ha sido posible subir las partidas en sanidad, educación y en igualdad y políticas inclusivas, nuestras principales áreas sociales. Pero también suben en economía sostenible y sectores productivos, en infraestructuras, y en áreas como turismo. Y todo ello poniendo en marcha nuevos proyectos como los enfocados a innovación y tecnología, sin olvidar cuestiones básicas como la protección contra los incendios (con una fuerte subida presupuestaria) o importantes iniciativas para seguir evitando que nadie de esta tierra sufra exclusión social. Y todo esto por poner algunos ejemplos de lo mucho que ofrecen estos presupuestos.

La derecha de esta tierra y de este país, nos ha dicho constantemente que unos presupuestos así no eran posibles. Que no se podía dar tanta prioridad a la protección social, ni a la lucha contra la pobreza, ni a la educación ni a la sanidad pública. Nos lo decían planteando la falsa disyuntiva de que, o protección social y defensa de lo público, o crecimiento económico. Y que, en todo caso, el crecimiento económico llevaría como consecuencia inmediata, y gracias a la mano invisible del mercado, la protección social.

Pues bien, por un lado, los hechos históricos han dado al traste casi en su totalidad con este mantra reaccionario. Y por otro lado, estos presupuestos, como así lo hicieron los anteriores presentados por el Consell que preside Ximo Puig, han demostrado que era posible. Que claro que era posible conjugar un proyecto que proteja socialmente a los ciudadanos, con una apuesta por el desarrollo de nuestra economía. Sin grades fastos, sin proyectos multimillonarios, sin despilfarrar en proyectos abocados al fracaso, ligados en mayor medida a ensoñaciones personales y corruptelas como la Gürtel que durante estos días volverá a avergonzarnos con su paso definitivo por los tribunales.

Es cierto que queda mucho por hacer, que todavía tenemos que hacer posibles muchas más cosas, pero el buen camino, con las ideas claras, con paso valiente y cargado de honradez ya ha comenzado.

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