Un nostálgico con madera de campeón

Son cada vez más las personas que retoman una vez jubiladas alguna afición de juventud que tuvieron que aparcar por el trabajo o las cargas familiares. Es el caso de Paco Matarredona, un nostálgico de los rallies, a quien su intensa vida laboral le apartó durante más de cuatro décadas de su gran pasión de joven, pero a la que regresó hace diez años con tanta fuerza que esta temporada ha sido cuando se ha llevado la mayor alegría al proclamarse campeón autonómico de Regularidad 50, premio que recogerá la próxima semana en Valencia en la Gala de Campeones.

Más que el hecho de ganar, su caso es excepcional porque lo ha conseguido con 70 años, lo que aún tiene más mérito. Su historia se remonta a su época como estudiante. Las ciudades cada vez se poblaban más de coches, todo un símbolo de distinción en la década de los sesenta, en pleno despegue industrial. Miembro de una familia acomodada, le fue más fácil que otros jóvenes acceder a su propio vehículo, pero su gran pasión eran los rallies.

En 1981 decidió comprarse el Ford Capri, uno de los grandes deportivos de la época y todo un mito del automovilismo. En 1998 decidió transformarlo y lo llevó a un preparador para convertirlo en un coche de rallies. Justo una década después, en 2008, ya con la jubilación en el bolsillo, fue cuando decidió volver a los ruedos. Sin embargo, un accidente dos años después en el Tour del Mediterráneo le apartó durante una temporada de las carreras. Pero Paco Matarredona no se dio por vencido, por su cabeza no pasaba cortarse la coleta como los toreros tras un accidente, quería que su adiós fuera de otra manera, dando guerra en las carreteras y apretando el acelerador.

Hace dos años decidió regresar. Dentro de los rallies hay distintas disciplinas, una de ellas es la Regularidad, en la que a su vez hay dos categorías: Regularidad Sport, donde los coches deben hacer medias de 70 km/h, y Regularidad 50, en la que toma parte Paco Matarredona. Los vehículos participantes en esta disciplina hacen los mismos tramos que los coches que disputan la prueba de velocidad, si bien lo tienen que hacer a una media de 50 km/h. “Tiene su dificultad, porque es verdad que en algunos tramos prácticamente vamos parados con respecto a los otros coches participantes, pero en zonas como pueda ser el puerto de Tudons, con tantas curvas, ir a 50 km/h cuando lo normal es ir a 30 o a 40 como mucho, entonces es cuando entra la pericia del piloto”.

“Lo bonito de esta disciplina”, añade Paco Matarredona, “es clavar los tiempos que te marca la organización. Cuando sales a correr, tienes unos cronos que debes cumplir a rajatabla, de lo contrario te penalizan. Durante el recorrido hay una serie de controles secretos para que se cumpla el horario establecido por la carrera. En los coches llevamos unos terratrips, que son una especie de sonda que va conectada a las ruedas para saber los metros justos que recorres. Además, tanto el piloto como el copiloto llevamos cronómetros. El copiloto cada 100 metros te va diciendo si debes apretar o aflojar porque él tiene un listado del tiempo que tienes que hacer. También es muy importante que una semana o dos antes de la carrera hagas el recorrido de cada tramo y tomes tus propias anotaciones. Esos reconocimientos previos no puedes hacerlos con tu coche de carreras sino con un vehículo de calle. Tiene su intríngulis, porque aquí no cuenta la velocidad, sino la precisión y no es algo fácil”.

Precisamente en la temporada que menos lo esperaba le ha llegado su mayor éxito como piloto de rallies. En la Gala de Campeones que se celebra la próxima semana en el Complex La Petxina de Valencia, recogerá el trofeo como campeón autonómico de su categoría. Lo hará acompañado de su joven copiloto, con el que se ha estrenado este año y por los resultados obtenidos, su compenetración ha sido fantástica: “Se llama Aaron Botella, es un chaval que le gustan los rallies y las pruebas de Resistencia es un buen banco para coger experiencia y enseñarse. Es de L’Alfás del Pi, en el Club Costa Blanca me lo presentaron y yo estoy encantado”.

En el Rallye de Xaló, primero de la temporada, no pudo asistir con lo que se quedó sin puntuar. Lo hizo en el siguiente, donde se anotó la victoria en el Costa de Azahar Classic, fue cuarto en Xixona, volvió a subir a lo más alto del podio en el Rallye Mediterráneo-La Nucía, y ha sido tercero hace poco en el Rallye Javi Sanz de Valencia, último de la temporada, en el que se llevó un buen susto y estuvo cerca de sufrir un grave accidente: “Se me cruzó una manada de jabalíes, menos mal que fue en una curva, donde iba a poca velocidad, si llega a ser en una recta, no sé lo que hubiera pasado, pero nada bueno”.

Los años que lleva corriendo hace que nadie se extrañe cuando esta temporada le han visto subir con asiduidad al podio en las entregas de trofeos tras las carreras. “Soy el más veterano”, cuenta con orgullo, “pero no por ello me siento diferente. Tengo mis propios amigos pilotos, conozco a mucha gente, mantengo una buena amistad con Cañizares y con la mayoría de pilotos, y para mí es un orgullo con mi edad seguir ahí. Soy un nostálgico, los rallies me apasionan. La semana de carrera es muy especial. Cuentas las horas para que llegue el jueves y subirte de nuevo al coche. Es una gran ilusión. La lástima que sea un deporte muy caro”.

Lo conseguido esta temporada ha sido un regalo, pero Paco Matarredona sigue teniendo planes, que pasan por el Rallye Montecarlo de clásicos. “Entonces me cortaría la coleta, como los toreros, y lo dejaría. Es mi sueño, aunque se necesita mucho dinero, calculo que por menos de 8.000 euros será imposible, porque tienes que llevar asistencia, trasporte del coche, hoteles, gasolina…”, se despide para irse al mecánico porque los Reyes han sido muy generosos y le han dejado un tubo de escape para su Ford Capri.

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