Entre planes y estudios
Si pudiera pedir un deseo –al margen de los ya consabidos de la salud, el amor y el dinero– pediría saber cuántos planes de acción, planes estratégicos y de participación, así como estudios varios ha encargado el Ayuntamiento de Alcoy en los diferentes gobiernos democráticos que ha tenido esta ciudad. No me puedo hacer ni una idea aproximada, pero si todos los que se han venido anunciando por parte de los diferentes gobiernos han sido realmente realizados, deben estar a rebosar varios armarios y cajones.
Los hay para todos los gustos. Desde un plan para la igualdad de oportunidades a la movilidad, accesibilidad, estratégico para la ciudad, de participación para diferentes zonas del casco urbano… y hasta un largo etcétera de documentos y más documentos y, claro, dinero y más dinero de todos los alcoyanos, pues la mayoría son de pago.
Tengo clarísimo que si hay que actuar sobre algo, primero habrá que diagnosticar y en función de la auténtica realidad, intervenir. Supongo que contar con estos estudios es el primer paso para tener una radiografía fiable de la situación que se está analizando, a la vez que suelen aportar soluciones encaminadas a paliar el problema que se está tratando y que se supone son las idóneas.
Y es precisamente ahí, en esas soluciones, cuando arranca el drama. O no hay dinero, o no hay ganas, o hay oposición social… y unos por otros lo que en principio iba a ser la panacea a nuestros males acaba convirtiéndose en algo cuya aplicación se demora en el tiempo hasta límites insospechados o ni siquiera se aplica. Carpetazo y al cajón.
Ahora se anuncia un nuevo plan estratégico para la reactivación socioeconómica en el Centro. El tema nuevo, lo que se dice nuevo, no es, pues son muchos los años en que el Centro está pendiente de acciones decididas para conseguir esta reactivación y ahora parece que alguien que sabe del tema nos dirá los problemas del barrio y las actuaciones a llevar a cabo para dar un giro. Espero, sinceramente, que este nuevo plan no sea uno más, que los redactores acierten y que sus aciertos vean la luz, pues el tiempo apremia.