Embajadores y Sargentos, Fiesta con responsabilidad

Son personajes festeros y su presencia es imprescindible para el buen desarrollo de diferentes actos. De hecho, son el centro de las miradas en la Gloria y la Diana, así como en las Embajadas, y de su buen hacer depende en gran medida el triunfo de un determinado acto en cuestión. Muchas son las horas de ensayo, de estudio y repaso, siempre con la vista puesta en el personaje que representan y en cumplir con el cometido de la mejor manera.

Hablamos de los sargentos y de los embajadores, que viven la Fiesta desde la responsabilidad del cargo que ocupan y que para todos ellos supone un honor. Cargos que están ostentados por Daniel Méndez (sargento moro), Javier Lerma (sargento cristiano), Juan Javier Gisbert (embajador moro) y Ricard Sanz (embajador cristiano), quienes forman una piña, comparten experiencias, ilusiones, inquietudes y preocupaciones, siempre con la vista puesta en dar lo mejor de sí al pueblo de Alcoy y a sus Fiestas de Moros y Cristianos.

La ilusión que se mantiene

Hablo con estos personajes festeros el día del ensayo de las Embajadas y la lucha, que se celebra en el Casal de Sant Jordi el 8 de abril. Ahora, los sargentos ya han cumplido con uno de sus principales cometidos, como es la celebración de la Gloria, en la que ha debutado Javier Lerma. “Desde pequeño me ha gustado la figura del sargento y pensaba que ojala llegara a poder ocupar yo este cargo, pero lo ves como algo lejano. Hasta que vi que este año era el momento de presentarme y aquí estoy”, apunta Javier Lerma, quien recuerda que “desde fuera los veía como a los ídolos del básket o fútbol, y ahora estoy aquí, con ellos, compartiendo momentos y recibiendo su ayuda. Son como mis padres de la Fiesta”.

Esta ilusión del debutante la mantiene intacta Daniel Méndez, quien vive ya su tercer año como sargento moro –se eligen por cuatro años, con posibilidad de volver a concurrir al concurso para renovar–, “y lo cierto es que aún hay momentos en que no me creo que ocupe este cargo y el corazón me sigue dando un vuelco. Tengo la misma ilusión que el primer día y aunque es mi tercer año puede decirse que los nervios van en aumento, como también la responsabilidad”. Y es que, para Daniel Méndez, “sigue siendo un privilegio y una responsabilidad”, pues es plenamente consciente del cargo que ocupa y de que muchas personas se sienten identificadas con él. Con ilusión afronta un momento histórico, como será el arrancar la Diana del bando moro, que corresponde a la filà Chano en su año de capitanía y que contará con una escuadra femenina, siendo el primer sargento que guía una escuadra de mujeres.

Una renovada interpretación

Y junto a los sargentos, los embajadores, por el bando moro Juan Javier Gisbert y por el cristiano Ricard Sanz, que viven su sexto y su quinto año, respectivamente, en estos cargos. En lo que puede denominarse su segunda etapa en ellos (hasta un total de ocho años), no solo mantienen la ilusión y responsabilidad, sino que han querido dar un paso adelante, han dado una vuelta más a las Embajadas y han trabajado para darles un sello propio, desprendiéndose de clichés que pudiese haber. Tal y como apunta Ricard Sanz, “siempre queda algo por revisar, algo por exprimir, y en ese sentido hemos trabajado”, a lo que Juan Javier Gisbert añade que “el público espera las Embajadas y este año notará un cambio”. Un cambio que, según apuntan, no sería posible si no hubiese una causa común.

Al igual que el sargento cristiano, el embajador del bando de la cruz también estrena traje este año, en ambos casos diseño del asesor artístico de la Associació de Sant Jordi, Ignacio Trelis, y Ricard Sanz avanza que “se trata de un diseño que rompe con la estética habitual, es muy medievalista, e Ignacio Trelis ha partido de la idea de que el embajador es un hombre de palabra, pero también de armas, y pensados para personajes que montan a caballo”. Juan Javier Gisbert, que estrenó diseño el año pasado, igualmente obra de Trelis, apunta que “el traje se adapta a nosotros”.

Reconocimiento social

Algo en lo que coinciden todos estos personajes festeros es en el hecho de la soledad que pueden sentir en un momento determinado, pues después de compartir vivencias durante meses, en la Trilogía no coinciden. Están vinculados a las diferentes filaes de cargo y por lo tanto cada año es diferente, como también lo es cada filà.

Así, Juan Javier Gisbert apunta –y asiente el resto–que “en algunos actos estamos más próximos a la Associació de Sant Jordi que a las filaes, y sería muy positivo que pudiésemos estar juntos, compartiendo algún momento distendido, como la comida del Día de Sant Jordi, por ejemplo, en algún lugar tranquilo y sin tener que forzar la voz. Actualmente, los embajadores comemos en casa, para evitar ambientes con mucho ruido, que pueden ser perjudiciales para la voz ”, como también lo hacen en sus casas, solos, el día del Alardo, central en sus cargos. De hecho, hasta que no terminan las Embajadas y los actos propios del Día del Alardo no disfrutan del ambiente lúdico de las Fiestas. Y es que el día a día de embajadores y sargentos durante la Trilogía es muy diferente, puesto que los embajadores deben cuidar al máximo la voz, instrumento básico en su cargo.

Embajadores y sargentos son centro de infinidad de imágenes y tienen reconocimiento social, “el cariño y el afecto del pueblo se siente muy próximo”, apunta Juan Javier Gisbert, a lo que Ricard Sanz añade que “sargentos y embajadores participan en actos que los ciudadanos sienten como propios”. Todos desean que las nuevas generaciones sigan interesadas en dar vida a unos personajes festeros indispensables.

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