El Willy Fog de los banquillos de hockey

No ha dado la vuelta al mundo en 80 días pero casi. Ha entrenado en países como Francia y Portugal, donde se hizo cargo de un equipo ubicado en las Azores, ha pasado por situaciones tan surrealistas como dirigir a la Selección de Ecuador cuando en aquel país ni siquiera hay liga estatal, ha dirigido equipos en ciudades con tan poca tradición dentro del mundo del hockey como San Sebastián o Granada, todo un por viejo sueño de niño, alcanzar la élite de un deporte que además de su profesión es su gran pasión desde que con 4 años se puso unos patines por vez primera. Este nómada de los banquillos es Sergi Punset, catalán de Vilafranca del Penedés, la capital del vino, que en su debut como entrenador en OK Liga lleva camino de conducir al Enrile hacía la mejor temporada de su historia.

–Como si de una revelación se tratarse, todo arranca con 21 años (ahora tienes 40) tras sufrir una grave lesión de rodilla.

“Más o menos, en aquel entonces yo estaba jugando en Nacional Catalana. Me logré recuperar tras pasar por el quirófano pero ya no logré tener las sensaciones de antes. Seguí tres años más y con 24 me surgió la opción de irme a jugar a Francia en el Quebec. Fue cuando me pregunté a mi mismo si lo que quería hacer era fichar y ganar un dinero o ser honesto conmigo mismo sabiendo que me faltaba confianza para rendir lo que se me iba a pedir. Entonces decidí apostarlo todo a formarme y ser entrenador. Sabía que como jugador no iba a llegar mucho más arriba y me saqué el título nacional. Era una forma distinta de perseguir ese sueño de niño de algún día llegar a la OK Liga”.

–¿Cuál es tú primera experiencia en un banquillo?

“Siendo jugador ya tenía cierta vocación de dirigir y con 14 años estaba entrenando a equipos de niños. Estuve dos años en la base del Noia, después el Vilanova me fichó como coordinador de rendimiento desde infantil hasta Primera Catalana y segundo de Alberto Mazón, consiguiendo en 2007 la Copa CERS. Luego me marcho otros dos años a Igualada, donde desempeño una labor bastante similar, hasta que me surge la posibilidad de tener mi primera experiencia como entrenador. Me llama el Ibaiondo de San Sebastián, que entonces estaba en la Liga Norte con el único objetivo de subir a Primera División Nacional”.

–¿Y comienzan los primeros problemas derivados del cargo?

“Todo iba bien hasta que disputamos la Final Four de ascenso en Oviedo, en la que ganamos todos los partidos menos contra el San Antonio de Pamplona, que nos gana por un gol de diferencia y es quien acaba subiendo. Al regresar a casa, me encuentro que no podía abrir la puerta, la propietaria de la vivienda había cambiado la cerradura porque el presidente llevaba cuatro meses sin pagarle. Esa noche tuve que dormir en un hotel y al día siguiente coger todo lo mío como pude e irme a Cataluña”.

–Fue como darse de bruces con la verdadera realidad del entrenador, un aviso de lo que vendría después.

“En la temporada siguiente me surge la oportunidad de hacerme cargo del Alhambra de Granada, que buscaba subir a Primera División Nacional. Ahora con la perspectiva de la experiencia ves claro que fue una equivocación, que tuve que ser más selectivo, pero en aquel momento el afán por querer hacer carrera me llevó a tirarme al ruedo sin pensar las consecuencias. Un día, a mitad de temporada, me llama el presidente y me dice sin más, que no puede seguir pagándome. Otra vez a empezar de nuevo. El año siguiente no tengo equipo y es cuando me llama Quim Paüls, que me propone hacerme cargo de la Selección de Ecuador por un par de meses. La Federación Catalana había suscrito un convenio de colaboración con la Confederación Sudamericana que incluía disputar la Copa América en Vic. Eso sí, con la condición de no cobrar nada, solo iban a pagarme los gastos de mi estancia en Ecuador. Llego a Guayaquil y me encuentro que en aquel país no hay liga propia, solo una de hockey línea. En menos de dos meses tuve que readaptar a un puñado de jugadores que el primer día que se calzaron unos patines casi ni se sostenían en pie. En la Copa América nos tocó en el mismo grupo de la Selección Catalana, también estaba Uruguay y nuestro objetivo era ganar a Costa Rica. La Selección Catalana nos derrotó 12-0 jugando al 2 por ciento, con Uruguay perdimos 8-1 y conseguimos vencer 3-1 a Costa Rica. De aquello se habló mucho y me abrió algunas puertes, entre ellas poder entrenar en Francia”.

–En el vecino país llegas a estar tres temporadas y ganas tu primer título

“A través de su Federación se ofreció mi nombre y hubo cinco clubes que estuvieron muy interesados, dos de Primera División y tres de Segunda. El Noicy Le Gran, que acababa de bajar, fue quien más empeño puso, me facilitó un billete de avión para ver sus instalaciones y tener un intercambio de impresiones. Decidido firmar, solo me dejan hacer un fichaje e impongo algunas cosas, como pasar de dos a cuatro días semanales de entrenamiento. Conseguimos ser campeones y ascender con un gol de oro en el partido de vuelta de la final. Es cuando La Vendéenne, un club histórico del hockey francés que llevaba cinco años sin ganar nada, se interesa por mí y me ofrece un contrato por tres temporadas. En el primer año acabamos terceros y llegamos a los cuartos de final de la Copa CERS tras eliminar al Follonica y al Braga y caer ante el Vic tras empatar a dos en L’Olímpic. A la temporada siguiente, no comenzamos bien la liga y tenemos una sanción administrativa que nos deja últimos con -1 en la jornada 5. Así y todo, logramos ser subcampeones y conseguimos la Copa, con el Noicy Le Gran como rival y de nuevo con un gol de oro en la prórroga. Sin embargo, la relación con el presidente no era buena, le gustaba meterse en mi trabajo y decido no seguir. Ficho por el Saint Omer, terminamos esa liga terceros y el Vendrell nos elimina en cuartos de la Copa CERS”.

–Entonces decides dar un giro y aventurarte en otra liga.

“Quería cambiar de liga tras tres años y me apetecía mucho la experiencia de entrenar en Portugal, donde el hockey está a un nivel de popularidad casi igual que el fútbol. Me sale la oferta del Candelaria y no me importa tener que irme a las Azores. Cuando llego allí me encuentro una realidad muy distinta a la que me habían dicho. En aquella isla se asienta una de las mayores conserveras del mundo pero la crisis había llevado a que no se invirtiera el dinero de unos años antes. Empezaron los problemas económicos, hasta el punto de que para ahorrarse dinero, el club nos dejaba tirados toda la noche en el aeropuerto a los que no éramos de Lisboa para no pagar el hotel. La situación fue deteriorándose hasta que llegó un momento que decidí dejar el equipo y presenté la dimisión”.

–¿Cómo surge la posibilidad de fichar por el Enrile?

“Es Diego Mir quien me pone en contacto con el club y también me empuja a venir Lluís Rodero, con quien tengo buena amistad. Me entrevisto con Andrés Hernández y Eugenio Pérez en Vilanova y yo le expongo mi idea de trabajo. A la semana ya tengo el contrato para firmarlo. Comenzamos a planificar la temporada pensando en Primera División. De hecho, todos los fichajes que realizamos y la plantilla está estructurada con la idea de que no vamos a estar en la OK Liga”.

–Lo que se deduce por todas las vueltas que te ha tocado dar que no ha sido precisamente un camino de rosas llegar hasta aquí.

“He tenido que trabajar duro y ahora empiezo a recoger parte de todo lo que yo le he dado a este deporte, que creo ha sido bastante. Entrenadores de mi perfil en toda la OK Liga solo está David Candami, que dirige al Caldes Todos los demás son exjugadores con mucho nombre. Yo he tenido que dar muchas pedaladas para llegar hasta donde estoy en la actualidad. Me ha costado tanto conseguirlo, que temo perderlo, cuando creo que estoy haciendo méritos suficientes para quedarme. Mi entorno, también mi mujer, me dicen que disfrute más de lo que me está pasando esta temporada y lo cierto es que solo me relajo los sábados por la noche y si hemos ganado. El resto del tiempo, me estoy dejando la vida en mi trabajo, la cabeza va al 250 por ciento, pensando en cosas del equipo, en el entrenamiento de ese día o en el rival. No quiero defraudar a los que confiaron en mi y me lleva a autoexigirme demasiado. Soy consciente de que no tengo el nombre de Pujalte o Carlos Gil, técnicos con solo nombrarlos se les abren los ojos a los jugadores por lo mucho que han conseguido. Sería un suicidio para mí como entrenador tener un ego mayor que mis plantilla. Primero que nada, un técnico para dirigir en OK Liga debe ser un buen gestor de grupo. En segundo lugar, hacer una buena lectura de los partidos. Después conocer bien el mercado de jugadores y, por último, está la preparación del equipo. De nada sirve hacer los mejores entrenamientos del mundo si luego tienes a un vestuario que no está contigo”.

–Hablando de gestión de un vestuario, ¿qué pasó en los días previos a la visita a Caldes en el último compromiso de 2016, partido que marca la reacción del equipo que desde entonces solo ha perdido un encuentro y ha ganado cinco.

“Fue un acto personal de plantilla y entrenador. Se purgaron los egos y las posibles ambiciones personales que pudieran haber en beneficio de un objetivo común, que es mantener al equipo en la OK Liga. Debo reconocer la generosidad de los jugadores y eso posibilitó abrió un nuevo camino. También han pasado más cosas, como que estamos empezando a conocernos mejor, han habido unos reajustes tácticos y empiezan a dar sus frutos un trabajo enfocado para que en la segunda vuelta el equipo estuviera mejor que en la primera

–¿Piensas en algo más que la salvación del equipo?

“Ahora mismo, el objetivo principal sigue siendo igual que al principio de temporada, que era tratar de cerrar lo más pronto posible la permanencia y luego ya se verá hasta donde podemos llegar. Tenemos dos partidos, esta tarde frente al Lloret y luego contra el Vilafranca, que si somos capaces de ganarlos nos pondremos con 30 puntos antes del Tourmalet. Por lo que se está viendo, la permanencia estará entre los 32 y 34 puntos. Nosotros estamos muy cerca, pero hemos de ser coherentes y tener los pies en el suelo”.

–¿Temes que el anuncio del adiós de Andrés Hernández pueda afectar el rendimiento de la plantilla?

“El equipo está tranquilo, él ha hablado conmigo y también con los jugadores y nos ha dicho que no nos preocupemos. Es una persona de palabra y nos ha transmitido que el club tiene viabilidad. Personalmente no es la noticia que me hubiera gustado escuchar. Solo tengo palabras de agradecimiento hacia su persona y perderlo va a significar un duro golpe. A nivel humano me ha demostrado que es una gran persona y como gestor es impecable, solo hay que mirar lo que se ha conseguido bajo su mandato”.

–Ese objetivo de niño de alcanzar la OK Liga finalmente lo has conseguido, ¿te has marcado nuevas metas para el futuro?

“No quiero detenerme con haber entrenado una temporada en OK Liga y quiero más. Mi próximo objetivo es clasificar al Enrile o al equipo en el que esté en ese momento para disputar la Copa del Rey. Y puestos a soñar, me gustaría ganar un título”.

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