Pablo, en serio, ¡feminizar!

Escuchar al líder de Podemos, Pablo Iglesias, hablar recientemente de que hay que “feminizar” las portavocías me cayó no como un jarro de agua fría, sino como un camión cisterna de agua congelada. Y eso que hace unos meses ya habló de feminizar la política, en general, por lo que estaba avisada. Un término, feminizar, que al parecer considera que se consigue llevando a la política el concepto de cuidar del otro y cambiar las prioridades, y que se atribuye a las mujeres, concretamente a las madres. Pues bien… digo yo que habrá mujeres que cuiden del otro, mujeres que no cuiden de nadie y hombres que sí lo hagan, y un abanico tan grande de posibilidades como grande es este cliché.

No me acaba de agradar la paridad obligatoria, esa imposición de que hombres y mujeres vayan a la par en listas electorales –aunque encabezándolas ganen por goleada los hombres–, pues considero que deben ir aquellas personas que mejor puedan desempeñar el cargo para las que se les elige. Sin embargo, soy consciente de que en una sociedad aún alejada de la igualdad, en la que sigue siendo necesario eso de la discriminación positiva y en la que sigue existiendo un día internacional de la mujer, si no se incidiera en la paridad obligatoria es más que probable que las mujeres nos viésemos reducidas a la mínima expresión en muchos ámbitos.

Pero no creo que la política mejore utilizando términos como feminizar o masculinizar, sino con personas sensatas. No comparto aquello del feminismo de la diferencia, ese que parte de que los hombres son por naturaleza depredadores y que no hay que imitarlos, sino que me acerco al feminismo de la igualdad, en el que hombres y mujeres somos iguales y las diferencias son fruto de una sociedad patriarcal y de unos roles predeterminados. Ni todos los hombres son depredadores ni todas las mujeres corderitos, y conductas a imitar y a rechazar hay en uno u otro sexo.

Una mujer como portavoz puede ser perfectamente válida ahora, pero esa misma mujer sería igualmente válida hace unos meses, cuando se optó por un hombre para ese cargo. ¿Era Errejón un hombre masculinizado y ahí ha estado el problema? ¿Cualquier mujer feminiza la política y la hace válida? Pues, para mí, que no.

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