La fe del Collao

Pasan jugadores, llegan nuevos entrenadores con sus métodos, cambias los presidentes, incluso surgen las nuevas generaciones de aficionados, pero lo que se mantiene inalterable con el paso del tiempo es la magia del Collao. Esa fe que hacen de este campo un feudo especial, odiado para los rivales y toda una bendición para los que cada dos semanas saltan a su césped como locales. Imagino la de veces que el entrenador contrario habrá advertido en el vestuario antes de saltar al campo que tuvieran cuidado con el Alcoyano cuando la afición del Collao empieza a rugir.

Pero es escuchar el grito de ¡Deportivo, Deportivo! y no sé si es que este cántico tiene un efecto anestesiante con el rival o qué, lo cierto es que parece que a los jugadores visitantes les entra de repente una flojera de piernas galopante y, por el contrario, a los futbolistas que visten de blanquiazul es como si tomarán la pócima mágica de Astérix y a renglón seguido empiezan a tener una fuerza sobrehumana que les convierte en superhéroes.

El final de esta historia, ya la conocen. Épica remontada en los últimos minutos y jugadores despedidos como si fueran dioses. Es el cuento que temporada sí y otra también se repite constántemente. Pero no por ello, deja de ilusionar escucharla nuevamente. Pasó el domingo ante un buen Gavà y seguramente la misma escena seguiremos viéndola más veces esta temporada, eso que nadie lo dude y más con este equipo y este entrenador. El Deportivo pasó el domingo de dejarse en el camino tres puntos y quien sabe si algo más, a llevarse a su zurrón esos tres puntos que le dejan a dos del líder Barça B, precisamente el próximo rival de los blanquiazules. La visita del Mini Estadi del sábado huele a partido con mayúsculas. Está claro que no es decisivo, quedan aún muchas jornadas por delante, pero salir de allí líderes sería dar un importante golpe sobre la mesa. El Alcoyano recuperó la pasada semana efectivos y para esta se espera que alguien más deje la enfermería.

El domingo frente al Gavà, Seligrat tiró del fondo de armario y su aportación fue decisiva. Cuando el equipo parecía muerto, la entrada de Álvaro García, Mariano y Jose García le dieron otro aire al equipo. Luego la grada del Collao echó el resto.

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