Por fin, vuelta a la normalidad
Si ha sobrevivido a la vorágine de frenéticas e interminables comidas y cenas navideñas. Si ha soportado las noches de fiesta sinfín y la ingesta indiscriminada de cava, vino, gintonics y otros brebajes. Si ha llegado sano y salvo al resopón del segundo día de Navidad y ha resistido sin que le estalle la cabeza la estridencia de las chirimitas en el desfile de Les Pastoretes. Si lo ha conseguido, digo, es que ya está preparado para cualquier cosa. Incluso para lo que todavía le espera antes de que el 6 de enero digamos adiós a esta locura colectiva en que nos sumergimos cada año por estas fechas.
Sumergirnos no vamos poder en las fuentes ornamentales que el Ayuntamiento de Alcoy ha tenido a bien reabrir ahora, en vísperas de Nochebuena, para refrescarnos la memoria de que en un tiempo pasado en la ciudad hubo algunos surtidores que tenían incluso agua. Hay jóvenes que no lo han visto. Dos fuentes de la Glorieta, a la que además de agua, no le vendría mal algo de luz para iluminar el flamante parque de Tirisiti, y la del jardín del sindicato, en La Alameda, han tenido el honor de protagonizar una reapertura de surtidores que pasaron en este pueblo a mejor vida por las estrictas medidas que en su día se tomaron para combatir la legionela. Una bacteria a la que no sabemos si se ha vencido, pero al menos sí parece estar controlada. O eso piensan las autoridades municipales que han decidido devolver a la normalidad una situación ciertamente anómala, la que hemos sufrido los alcoyanos durante años. Y a las citadas fuentes seguirán otras, se ha dicho.
El espectáculo de la reapertura contó con la presencia del alcalde, Toni Francés, el concejal de medio ambiente, Jordi Martínez, y hasta de personal de Aqualia. Si tienen la tentación de acudir a dar fe del hecho histórico, ya les digo que pueden ahorrárselo. Los susodichos surtidores distan mucho de las fuentes de Montjuïc. Vamos, no vale la pena el viaje. Eso sí, bueno es que después de tanto tiempo volvamos a la normalidad. Por fin.