Eso no importa
Las confusiones, como las comparaciones, pueden resultar odiosas. Y la cometida por la Conselleria d’Educació estos días ha sido de lo más surrealista. La alcaldesa de Cocentaina, Mireia Estepa, seguramente la calificaría de otro modo. Con razón. Tener el mismo nombre de pila que la concejala de educación de Rafelbunyol, donde al igual que en la villa condal esperan como agua de mayo la construcción de un colegio, ha dado lugar a una errónea llamada en la que se ha comunicado a la primera edil la licitación del nuevo colegio San Juan Bosco, que lleva 27 años esperando que sus aulas queden unificadas en un mismo edificio. El gozo de la alcaldesa y el de toda la comunidad educativa se fue al pozo al deshacerse el entuerto y descubrirse que las obras que van a iniciarse en breve son las de Rafelbunyol. Habrá que seguir esperando. A que alguien llame y no se equivoque.
En Cocentaina a un afortunado anónimo, lo del San Juan Bosco, seguramente, le debe tener ya sin cuidado. Su orden de prioridades, de preocupaciones, le han cambiado de un plumazo. Seguro. Un premio del sorteo extraordinario de la ONCE del pasado viernes le va a suponer la nada despreciable cantidad de 111.000 euros. Así, de repente. Otros, como los del San Juan Bosco, deberemos seguir esperando un halo de fortuna.
Otra fortuna, nada que ver con la del cuponazo, es la que tenemos el resto, mal que les pese a los agoreros que tienen la santa costumbre de secuestrar el Marca o el ABC, da igual, mientras toman un café y enchufan el ventilador para echar pestes, sea cual sea el tema central de la tertulia. Mal les debe pesar, digo, que estos días hayan obtenido reconocimientos, premios y distinciones gentes y entidades de esa tierra que desprecian, pero que sigue contando con gente maravillosa, como Sol Picó, a la que se le ha concedido el Premio Nacional de Danza; o como el Camilo Sesto Hijo Predilecto o los cincuenta empresarios a los que Umivale distinguió tras una vida dedicada a sus negocios. O, por seguir poniendo ejemplos, a los voluntarios de ACIF a los que el Consell reconoció su altruista labor. Pero eso no importa, claro.