Vandalismo, suciedad y abandono se adueña de las zonas verdes

El gobierno municipal anunciaba a finales del pasado año la contratación, mediante el Plan Conjunto de Empleo de las Administraciones Públicas Valencianas a 16 personas durante tres meses para realizar trabajos de reparación y acondicionamiento de los parques de Cantagallet, El Romeral, Zona Norte y Batoi. El resultado no ha sido muy espectacular. La mejora de los parques tras la actuación se ha reducido a pequeñas reparaciones y alguna mano de pintura que no ha resuelto el problema, la imagen, que ofrecen estas cuatro grandes zonas verdes, las últimas de las cuales fueron inauguradas, en un ya lejano 1992 por el entonces presidente autonómico, Joan Lerma.

El paso del tiempo, el uso, el mal uso y los actos vandálicos, han hecho mella, en unas zonas más que otras, de estos pulmones verdes cuyo estado invita a cualquier cosa menos a disfrutar de su estancia.

Por citar algunos ejemplos, la pista antivandálica de El Romeral no hace honor a su nombre. El césped artificial ha sido arrancado, las redes de las porterías están destrozadas y su estado invita a todo menos a jugar, ante el evidente peligro que representa. El entorno no es mucho mejor. El estanque, desde hace años sin agua, presenta un pésimo estado. Las paredes están cubiertas por completo de grafitis de dudosa calidad artística. El pasillo de pilastras de mármol se ha convertido en un improvisado retrete que desprende un olor nauseabundo, avivado por las altas temperaturas de estos días. La limpieza también brilla por su ausencia en los accesos a los clausurados servicios. Farolas rotas, losas arrancadas son comunes en los restantes parques. En Cantagallet, además, ha sido robado el cableado eléctrico y es especialmente significativo es el abandono de la parte alta del parque. Allí el estanque, en los primeros años convertido en piscina pública, se ha quedado sin filtros, losetas y el techo de madera del templete se cae a pedazos. Pasar por debajo es toda una temeridad. En este mismo parque la instalación de riego se ha convertido en una colección de tubos a la vista, arrancados e inservibles para el uso.

Zona Nord y Batoi no son una excepción. En el primero de ellos, las muestras del vandalismo y falta de mantenimiento son más claras, según la zona. En la parte baja es donde se perciben más los desperfectos. Losas arrancadas, bancos de piedra derribados, arrastre de tierra y tramos desaparecidos de la barandilla de la pista de patinaje. En Batoy, cruzar el puente de madera que une el barrio con el parque es toda una aventura, con las traviesas rotas y podridas. Y en el interior, como en otros escenarios faltan imbornales, tapas en los cuadros eléctricos de las farolas y, como denunciaba uno de los usuarios, en un árbol cuelgan desde hace tiempo una multitud de pares de zapatillas. Los parques, casi un cuarto de siglo después de su inauguración, están pidiendo a gritos una profunda intervención.

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