Comprender y respetar la naturaleza canina: siete hábitos para un perro feliz

VANESA CARBONELL, educadora y adiestradora canina.

La base de la mayoría de problemas que aparecen en los perros son porque los humanos ignoramos este punto. Un perro es un perro, que nadie te engañe. Sí que es cierto que son animales que hemos “diseñado” para que se adapten a la vida con los humanos, pero no por ello dejan de tener sus características específicas como especie; muchas de ellas, molestas para algunas personas.

Por ejemplo: los perros se presentan oliéndose el trasero, por muy repugnante que nos parezca. Si no dejamos que se presenten como corresponde, puede ser el inicio de problemas de agresividad en presentaciones con correa.

Los perros además “piensan” con la nariz, por lo que huelen todo tipo de cosas, algunas desagradables a nuestro parecer como el pis, basura, etc. Oliendo el pis de otro perro nuestro can puede saber: el sexo del perro, si está en celo o no, su edad aproximada, cuánto tiempo hace que pasó por allí… ¡mucha información! Si no dejamos que olisqueen durante los paseos, puede ser el inicio de problemas de ansiedad durante los mismos, derivando en paseos con tirones de correa, reactividad, etc.

Además de sus características específicas como especie, cada raza o mezcla de razas tiene sus instintos o características específicas; ¡no es lo mismo un Galgo que un Beagle!

Enseñarle ejercicios básicos de educación

Muchas personas piensan que no sirve de nada enseñar al perro a tumbarse, a no tirar de la correa, a permanecer quieto, etc, de una forma positiva. Nada más lejos de la realidad. Si enseño a mi perro a realizar este tipo de ejercicios de una forma divertida y positiva, quiere decir que tendré un perro que disfrutará realizando estos ejercicios, por lo que podré llevármelo a cantidad de lugares y me podrá acompañar en cantidad de situaciones; y ésto siempre derivará en un perro más feliz.

Además, como los ejercicios estarán positivizados, todo lo que ocurra alrededor del perro en esos momentos será tomado como algo más positivo, derivando en un perro con menos miedos y más seguro de sí mismo; por tanto, evitaré problemas de reactividad con correa, con personas y en definitiva, con todo tipo de estimulación.

Si enseño a mi perro este tipo de conductas con métodos como gritos o tirones de correa, mi perro paseará con estrés y tensión esperando casi continuamente a ser castigado, y tomando toda la estimulación del ambiente como algo peligroso e impredecible. Además, recordad, aplicar el castigo de forma correcta es muy complicado.

Ofrecerle estimulación física y mental

¡Cuidado con este punto! Estimulación física no significa llevarme al perro al parque a tirarle la pelota durante media hora ni sacarlo a correr 20 minutos todos los días; de hecho, este tipo de prácticas si no van combinadas con ejercicio mental suelen ser contraproducentes, generando en el perro ansiedad y mayor nerviosismo. “¡Lo llevo a correr todos los días 1 hora y al llegar a casa está todavía más excitado!”.

La combinación ideal es mayor cantidad de estimulación mental con ejercicio físico moderado y bajo control. Por ejemplo, ¿qué tal un “árbol de premios” –esconder premios en un tronco–, haciendo que mi perro use la nariz y permanezca concentrado en una actividad relajada?
Podemos terminar el paseo con un rato de “haz lo que quieras”. No te preocupes, si tu perro necesita correr, correrá sin que tú tengas que incitarlo.

Permitirle socializar

No lo olvides, los perros son animales sociales, por lo que ¡es fundamental que se relacionen con otros perros! Por muy buena relación que tengas con tu can, nunca será suficiente ni similar a lo que le puede ofrecer relacionarse con otros perros. Un perro sociable es un perro feliz. Ayúdale a socializar correctamente con sus congéneres.

Ser coherente

Se coherente con tus acciones. Si de cachorro dejas que tu perro salte sobre las personas para ser saludado, cuando crezca no puedes castigarlo por hacer lo mismo ¡aunque ahora pese 30 kg! Al igual que si dejas que tu perro suba al sofá, ¡no puedes castigarlo si un día de lluvia llega a casa mojado y hace lo mismo! Tu perro no entiende la diferencia, lo único que comprende es que eres un guía impredecible e ilógico.

Establecer una rutina básica o claves de seguridad

Los perros adoran tener una rutina, les gusta poder anticiparse a lo que va a ocurrir porque eso les otorga seguridad y confianza. No hablamos de una rutina invariable 100%, pero sí una serie de palabras o comportamientos que le digan qué va a ocurrir a continuación.

Si trabajas una serie de palabras o comportamientos que estén asociados con algo positivo, puedes utilizarlas para presentar a tu perro estímulos o situaciones novedosas de forma menos estresante.

“Escuchar” a tu perro

Por muy bien socializado que esté nuestro perro, no quita que algún día se asuste o se sienta inseguro en presencia de algún estímulo. Si le enseño a decirme de forma amable que necesita espacio y más tiempo para acercarse a ese estímulo –por ejemplo, mirando en dirección opuesta a él o realizando alguna señal de calma–, como guía y responsable de su bienestar estoy obligado a otorgarle esa petición. Si no lo hago, intentará alejar el estímulo de otra forma –la mayoría de veces ladrando o intentando morderlo–.

Aprende a escuchar a tu perro y ayúdale a afrontar sus miedos de forma progresiva y positiva.

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