Los vestuarios de la pista de atletismo: el patito feo del Francisco Laporta

Los vestuarios de la pista de atletismo llevan tiempo siendo el patito feo del polideportivo Francisco Laporta. La instalación más emblemática de nuestro deporte ha ido creciendo y modernizándose con el paso de los años, pero estos vestuarios –posiblemente los más utilizados de todo el reciento puesto que por ellos pasan a diario una gran cantidad de deportistas y hasta los caminantes que realizan la Via Verda– siguen inalterables con el paso del tiempo.

Ese crecimiento de la actividad deportiva, sobre todo de la práctica del fútbol, que junto a los atletas son los colectivos más perjudicados, no ha estado acompañada de una adecuación a los nuevos tiempos, con las consiguientes molestias que ello viene generando en el usuario habitual que sufre de primera mano las incomodidades de unas instalaciones totalmente obsoletas y con un grado de deterioro más que evidente.

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La dejadez llega a tal extremo que produce sonrojo y hasta cierto pudor solo pensar en adentrarse en el interior de la instalación al no saber el deportista qué acabará encontrándose tras cruzar una puerta metálica ya de por sí bastante destartalada, dando una idea de lo que puede haber unos pasos más allá.

Atascos de agua

Lo más habitual, atascos de tuberias provocando la inundación de suelos por la acumulación de agua procedente de las duchas o el lavabo, que sin escapatoria, acaba expulsada hacia el exterior del vestuario, obligando al usuario a tener que entrar de puntillas y cambiarse encima del banco de piedra, por cierto también sucio, porque otros deportistas que lo han utilizado con anterioridad se han visto obligados a hacer la misma operación.

El espacio interior es una especie de viaje al pasado y todo un ejemplo de lo que no debe ser una instalación pública, con telarañas, suciedad en los rincones, cables de corriente a la vista, zonas por alicatar, espejos en los que casi ni se puede ver, pintadas, aseos cerrados y otros en un estado lamentable, puertas que no se pueden cerrar y duchas con un pulsador que lleva tiempo sin funcionar.

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Por no hablar de los malos olores y unos espacios insuficientes y pésimamente distribuidos que provocan enormes incomodidades y que muchos equipos se tengan que cambiar por turnos o de mala manera.

Ante tantas molestias, son cada vez más los deportistas que optan por venir cambiados de casa o desde su lugar de trabajo, y más los que se niegan una vez terminada su actividad física a ducharse en unos vestuarios que en algunos momentos del día parecen auténticas piscinas o no reúnen las condiciones mínimas de higiene para ser un espacio público.

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