Cuestión de respeto. MARÍA DOLORES ALBA MULLOR. Afiliada al PP de Alcoy
Soy de las que piensa que las formas son importantes; es lo que nos hace decir “buenos días” a quien en realidad deseamos que le parta un rayo. Es lo que hace que nuestra sociedad funcione a niveles básicos de convivencia.
Pienso que nuestra vestimenta nos define, y no por quienes somos, sino por lo que en cada momento representamos si hemos decidido dedicarnos a la vida pública. Cuando se está en política, cuando se ocupa un escaño, no es a título particular, sino en representación de miles o millones de personas, y es a esas personas a las que se debe respeto.
Por otra parte, considero, y así me educaron, que las ocasiones importantes merecen que las dignifiquemos y las hagamos especiales; cuando uno se casa, y asume un compromiso con otra persona, viste sus mejores galas e invita a sus amigos, no porque es lo “que toca”, sino porque es una ocasión especial y quiere compartirla y recordarla así, como algo especial. Por eso los abogados comparecemos ante un Tribunal debidamente vestidos, puesto que estamos en el lugar en que se imparte justicia y eso es importante. Y eso es aplicable a todo en esta vida, sobre todo a algo tan importante como es tomar posesión en el Congreso de los Diputados, en representación de millones de españoles, como miembro del poder legislativo. No es algo trivial, no es un día más, no es “normal”. Por eso, los que consideran que se trata de un hito en sus vidas, y recuerdan a todos los que han hecho posible que estén ahí les muestran su respeto, a sus votantes y a la institución.
A estas alturas, una creía que esto estaría explicado y asumido, pero es evidente que no es así.
Y esto me lleva a otra reflexión personal. Soy madre; llegué a la política teniendo una hija y tuve otra siendo concejal en la oposición, y nadie ha visto a mis hijas en un acto público mientras éstas no decidieron que así fuera. Consideramos que nuestro deber como padres fue protegerlas y que se criaran en un entorno seguro y alejado de la vida pública. Otros consideran que es mejor que los menores sean expuestos en una especie de Show de Truman, y que se críen frente a las cámaras. No es mi caso, ni el de otras madres con las que tengo poco más en común, como Carmen Chacón (“he tenido un hijo y en tres años nadie lo ha visto”). En mi opinión, eso es la normalidad, no exhibir a tu hijo en público, puesto que él no lo ha pedido. Sobre todo, cuando se pone a disposición de todos los que lo necesiten en el Congreso y Senado todos los medios para ello.
La imagen de los menores debe ser protegida, especialmente por sus progenitores. Si alguien ha votado al niño de Bescansa para Presidente de la Cámara, es porque ello lo ha expuesto a ello.