Epitafio, para descubrir el vino “aterciopelado”

Érase una vez una joven enóloga llamada Enri, que empezó a trabajar en una importante bodega en Toro, de donde su familia era originaria y donde poseía viñedos centenarios. Allí conoció a un apuesto enólogo de origen argentino, Diego, enamorado de los vinos de Toro, que trabajaba en la misma bodega y que dirigía al equipo técnico. Terminada la vendimia, nuestra enóloga marcha con el mismo grupo a trabajar en las bodegas que poseían en Argentina otros cinco meses. Allí se reencuentra con Diego y empieza a fraguarse una gran amistad… Pasan así varios años, haciendo la vendimia de verano en el hemisferio norte y la de invierno en el hemisferio sur.
El roce hace el cariño y hace que nazca el amor. Nuestra pareja decide abandonar la bodega que les hizo conocerse y crear su propio proyecto: Legado de Orniz. Una bodega muy reciente, donde se fusionas la tradición de los vinos españoles con las técnicas modernas de los vinos argentinos.

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La bodega se ubica en San Román de Hornija, el pueblo donde se asientan todas las bodegas más importantes de Toro. Y el único adscrito a esta DO que no se encuentra en Zamora. Pertenece a la cuenca del rio Duero, ese gran rio vitivinícola que está plagado de denominaciones de origen diferentes a su paso, ya no solo en España, sino que también en Portugal, donde desemboca.

Hacer un proyecto tan personal, con tan pocos medios, necesita de mucho esfuerzo y mucha perseverancia. Conocer el proyecto, sus inicios, hace que puedas valorar mucho mejor aquello que vas a tomar. En el caso de esta bodega es así. No es solo un vino, es una bonita historia de amor, entre los propietarios y de ellos con el vino de Toro, con la zona, con el entorno.

Hay que decir también que al final lo único que queda de nosotros es un epitafio en una tumba. No por ello el vino que hoy nos ocupa es un vino fúnebre, sino de todo lo contrario. Estamos ante un epitafio de la vida vivida en un año y recogida en una botella de vino.

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Epitafio es un vino elaborado con el viñedo más antiguo que posee la bodega, más de 100 años de antigüedad documentados, con 12 meses de barrica. Probar este vino siempre digo que es lo ideal para entender el concepto que los entendidos solemos describir como “un vino aterciopelado”. Redondo en boca, potente, goloso, muy expresivo y con una nariz fantástica.

Su potencia requiere de platos contundentes, más de cena de nochevieja que de resaca de año nuevo… Así que para mí lo ideal es tomarlo con una “greixonera de carn”.

Acabamos de despedir el año y es el momento de hacer balance de 2015 y hacer su epitafio.

Salud y feliz 2016!

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