La solución, nuevas elecciones

La convocatoria electoral del pasado 20-D no ha solucionado nada. Cuando muchos creíamos que una vez realizado el escrutinio los voceros políticos nos iban a dejar tranquilos, ahora resulta que la mayoría de ciudadanos nos hemos quedado peor porque las elucubraciones, consejos, sugerencias o declaraciones más o menos interesadas están cubriendo los medios informativos hablados y escritos, todos tratando de arreglar, según sus conveniencias, el monumental enredo surgido de las urnas.

Los resultados de los comicios han demostrado también que algo está cambiando en este país. La gente está cansada de ver siempre los mismos caretos en los cargos. Tanto los que gobiernan como los que esperan gobernar, la mayoría de ellos tienen el culo pelado de tanto sentarse en las poltronas; algunos llevan varias décadas viviendo de la política y no hay peor político que el resabiado, el veteranísimo que se las sabe todas. Todo esto lo podríamos comprobar si, como se espera, el PSOE y Podemos votan en contra de la investidura de Mariano Rajoy como “nuevo” presidente del gobierno –si votan sí o se abstienen deberían buscarse una patera–. La nueva convocatoria de elecciones a celebrar en el mes de mayo creo que pondría a muchos en la calle y a Don Mariano, en su oficina del Registro.

El mejor ejemplo de que la ciudadanía quiere que la juventud acceda a los puestos de mando político lo vemos en el resultado de las generales en Alcoy. También en los pueblos de estas comarcas. En Alcoy Podemos fue el partido más votado, en las comarcas, el PP. Es como decantarse por lo nuevo o continuar con lo antiguo. Es evidente que los resultados en Alcoy de las pasadas generales apenas han incidido a nivel nacional pero es una advertencia de por dónde pueden ir los tiros en un futuro más o menos próximo, a nivel local. El éxito de Podemos aquí es doblemente importante si tenemos en cuenta que apenas carecían de infraestructura aunque la alianza con Compromís les ha beneficiado. En cualquier caso son dos partidos jóvenes y esto lo valoran bastantes personas, sobre todo aquellos que carecen de bienestar, y lo que es peor, de futuro.

El presidente en funciones, Mariano Rajoy, ha declarado que va a buscar los apoyos del PSOE y de Ciudadanos para formar un gobierno estable. Rajoy pedirá a sus dirigentes un apoyo con “sentido de Estado” para formar un Gobierno del PP que tranquilice a los bancos, a la patronal, a la bolsa y, sobre todo, a Bruselas cuya preocupación principal radica en poder cobrar el billón largo de euros que debemos a la CE. Se está pidiendo que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias –Albert Rivera es como de la familia y en cuanto a Alberto Garzón y su IU las leyes electorales ya se encargan de dejarle fuera del partido- que abandonen las “líneas rojas” que se han marcado, que no sean tan exigentes y que se porten bien porque en estos momentos la estabilidad de España les necesita.

Entre otras cuestiones la reforma de la Constitución española, la España plurinacional o el referéndum en Cataluña son algunas de las principales “líneas rojas” que habría que negociar para que ambos partidos aceptasen que el PP forme nuevo gobierno, una concesión que el gobierno del Partido Popular no hará jamás y para que no lo pueda aprobar cualquier gobierno progresista el PP ya cuenta con la mayoría suficiente en el Senado, que paralizaría cualquier acuerdo del Congreso. Y, de regalo, Rajoy ya se encargó de tener mayoría de jueces conservadores en el Tribunal Supremo y en el Constitucional.

En resumen, que en este santo país vamos a acabar todos hablando y escribiendo de política porque así lo quieren los que se pasan la vida tirándose los trastos a la cabeza. La gente está cansada, más bien harta y no parece que la cosa vaya a cambiar. El 20-D no ha aclarado nada pero ha apuntado inequívocamente que la ciudadanía está pidiendo un cambio profundo, que algunos dirigentes políticos se jubilen para dejar paso a otros más jóvenes, aunque éstos no usen corbata o lleven coleta. Es decir, dirigentes que hayan pasado por la universidad, no políticos chusqueros. Eso o, en nombre de las tradiciones y de la estabilidad institucional, acabaremos todos convertidos en fósiles andantes.

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