Ser donante de órganos: generosidad que salva vidas
Hay muchas formas de solidaridad y ésta, sin duda, cobra un significado especial puesto que de ella depende que haya personas cuya vida pueda salvarse por la generosidad de otros ciudadanos anónimos. Estamos hablando de los donantes de órganos y tejidos, destacando la importancia de sus familias para que esta solidaridad alcance los mejores resultados.
El Hospital Verge dels Lliris está acreditado desde 1998 para la extracción de órganos y tejidos, y cuenta con una unidad de coordinación de trasplantes al frente de la cual están desde el año 2006 Pilar Garcés, médico Intensivista, y Esther Briva, enfermera de Urgencias. Así, el Virgen de los Lirios está acreditado como hospital extractor, mientras que la implantación de los órganos y tejidos que aquí se donan puede realizarse en cualquier hospital acreditado de España e incluso de Europa si llegara el caso, manteniéndose siempre el carácter completamente anónimo y altruista, lo que le convierte en el sistema de donación y recepción de órganos que mejor funciona.
Ambas inciden de manera especial en la generosidad y concienciación de las familias de este área de salud, lo que ha comportado que nos encontremos en un año récord en la donación, al haberse detectado a diez donantes, de los que nueve han podido materializarse al contar con la aprobación familiar, pues tiene la última palabra. Una media de tres donantes al año ya es motivo de satisfacción, por lo que triplicar esta cifra es algo a destacar, y que demuestra lo que se apuntaba anteriormente, la generosidad de las familias que viviendo momentos durísimos acceden a un acto que permitirá salvar vidas.
Y junto a estas familias, que lo son todo en este proceso, se encuentra un completo equipo sanitario que hace posible que las donaciones lleguen a buen fin, y que no mira ni días ni horas, puesto que esta situación surge cuando surge, y donde hay una importante labor de detección del paciente que al sufrir un problema irreversible –normalmente neurológico– puede convertirse en donante y quien es trasladado a la UCI para su seguimiento.
Cuando se confirma el fallecimiento del paciente, por muerte encefálica, se avisa a la unidad de Coordinación de trasplantes y si tras repasar la historia clínica se considera un potencial candidato a la donación se procede a la entrevista con la familia. Las coordinadoras no ocultan que “la entrevista es lo más duro y delicado, y también lo más importante, puesto que sólo con esa autorización puede seguir adelante el proceso”, y reiteran que “las circunstancias pasan normalmente porque se ha perdido a un familiar en una situación aguda y le estás pidiendo que sea altruista y done los órganos de esa persona querida. De ahí que sea tan importante agradecer esta generosidad”. Precisamente, para intentar minimizar en la medida de lo posible un momento extremadamente doloroso, destacan la importancia de que el tema de la donación salga cuando una persona tiene plenas facultades y quienes están a su alrededor sean conscientes de ello, pues de esa manera la presión llegado el momento es menor, ya que se cumple la voluntad de la persona que acaba de fallecer.
Antes de proceder a extraer los órganos ya se sabe el destino de éstos, pues se trasladan donde está el receptor. Los riñones, córnea y huesos son extraídos por profesionales del Hospital Verge dels Lliris, mientras que del resto de órganos se encargan los profesionales de los hospitales en que se implantarán, que se trasladan con sus equipos desde las poblaciones de origen y tan pronto disponen del órgano parten hacia los hospitales en los que ya les espera el receptor, viajando tanto por tierra como por aire. Si quitamos las partes más recreadas de las historias, apuntan que el proceso se asemeja al que puede verse en cualquier película.
No tiene edad
Como se apuntaba, el sistema de donación y recepción de órganos se caracteriza en España por ser completamente anónimo y altruista. La familia del donante nunca llega a saber quiénes son los receptores de los órganos, como tampoco lo saben los profesionales sanitarios, que en función del hospital en que se encuentren saben quién es el donante o el receptor, pero nunca ambos.
De lo que sí se tiene constancia es de que una vez transcurrido el tiempo, las familias se sienten bien por haber accedido a la donación y no hay mejor noticia que para el equipo de profesionales saber que los trasplantes se han realizado con éxito, aunque como se apuntaba tienen total desconocimiento de las personas que han recibido los órganos. Ser donante no tiene edad y de hecho este año el mayor contaba con 82 años y el más joven 39, como también pueden ser donantes los niños, si bien en Alcoy no se formalizan este tipo de donaciones puesto que no existe UCI pediátrica.