La Corte de los Milagros

Alcoy últimamente es un cocedero de marisco, una especie de cetárea de la cultura, un barullo, un mogollón inaprehensible. ¿Quién dice que esto está parado? Exposiciones, conciertos, teatro, conferencias, talleres. Habría uno de tener el don de la ubicuidad para abarcar tanta propuesta, aunque nada es imposible en esta corte de los milagros.

Esta mañana, en esta casa, el estudio del gran Cabrera, donde menudean cráneos privilegiados y activistas del espíritu, se produjo uno de esos milagros en los que uno, como espectador y cazador de asombros, guarda en el cofre de la memoria.

Martes, 29 de septiembre. Una luz gris, fría cae a plomo desde las claraboyas. Uno anda azacaneado y peleándose a brazo partido con el carboncillo. Detrás del caballete, los actores Xavi Mira y Anna Carbonell van redondeando el programa teatral del año. En su curso de teatro vuelan los pronombres sobre ecos de bambalinas. Ya llevan tres años enseñando el gesto y la palabra, y los silencios que sobrecogen.

En un rincón,  Golucho se entretiene en sacarle música a una bolsa de celofán, llena de calcetines. El surrealismo borda el aire. El maestro restaurador, Jesús Valero, entra con parsimonia. Jesús luce un corazón de pan de oro, así de grande. Las tardes de los jueves, el taller de restauración convierte el estudio de la Casa del Pavo en una fantasía de Ruben Dario, en un palacio de malaquita y marquetería.

Y Jordi Hinojosa, que exuda cine y Xavi Terol  que extrañamente aparece huérfano de cámara de fotos, imagen inédita. Se pueden imaginar ustedes el caldo de cultivo que va tomando forma en día tan anodino. De pronto, un ambientazo como de Ateneo partiendo el martes en dos.

Vuelven a oírse pasos en el largo corredor. Ricardo Canalejas entra en escena junto a una chica muy guapa con una cámara de vídeo. Ricardo gasta un optimismo contagioso. Entra, digo, con un micro en la mano, un paquetito de acerolas y una cerbatana. Y empieza a usar los huesos como arma arrojadiza. El surrealismo vuelve por sus fueros. Las entrevistas para la tele de Alcoy están a punto de empezar. Pruebas de sonido. El silencio se va apoderando del estudio. Y discursos de buena hechura, y proyectos y pura vida, y puro arte. Y una extraña sensación de placidez, de felicidad sin fisuras va animándole a uno a contar lo vivido. Empiezo este artículo y antes de poner la primera letra, ya tengo el final:

Si hoy es martes, esto es Alcoy. No le den más vueltas. 

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